Historia y Arqueología del Antiguo
Perú II
PRIMERA PARTE
I
INTRODUCCIÓN
LOS ESPAÑOLES EN EL PACÍFICO
El derrumbamiento político del Tawantinsuyo, no fue
solamente el epílogo trágico de la agresión española, sino principalmente el
resultado de un largo y azaroso proceso anterior, que se inició con la
expansión violenta, que emprendió contra los viejos estados del mundo andino;
cuyo esfuerzo integrador generó tensiones antagónicas, muy complejas, entre los
pueblos dominados y el nuevo poder imperial.
Estos conflictos antagónicos y las pugnas internas,
crearon así las condiciones favorables que directa o indirectamente
determinaron el éxito de la invasión extranjera. Así como Manco Capac, es
considerado el creador del estado regional en el valle del Cuzco, su
descendiente Pachacuti Inca Yupanqui, históricamente es el creador del Estado
Imperial Inca; quizás a mediados del siglo XV, inmediatamente después de la
derrota de los agresores Chancas, quienes fueron vencidos por la unión o
alianza de los cuzqueños con los demás pueblos comarcanos, temerosos de ser
avasallados en la hoya del río Pampas, antiguo habitat del llamado “viejo
Imperio Wari”.
Posteriormente su hijo Tupa Inca, uno de los mayores y más
jóvenes conquistadores de la historia universal, continuando
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Jorge Isaac Febres Cateriano
la obra de su padre, en procura de la integración política
del mundo andino, extendió los límites del nuevo Imperio, por el norte hasta
las regiones ecuatoriales y por el sur hasta los confines australes de Chile,
de la costa a las profundidades de la selva amazónica y por la parte sur
oriental hasta bordear la anchurosa pampa argentina.
Precisamente como secuela de esta rápida expansión
militar, empezaron a germinar los futuros elementos de su propia destrucción,
con el descontento de los pueblos dominados de las más diversas etnias, con
lenguas, creencias y tradiciones culturales distintas que entorpecieron la
tarea integradora de los incas y le dieron la apariencia de aquella estatua
babilónica con cabeza de oro y pies de barro.
En efecto, el ordenamiento político, económico y social, incluso religioso impuesto por el
poder Inca, conmovió los cimientos de las antiguas estructuras andinas, al
desarticular la influencia de los señoríos regionales y locales, con una nueva
organización política administrativa y otros medios de dominación para
acrecentar la hegemonía del Tawantinsuyo.
Igualmente el fausto cortesano del imperio como ocurrió en
otros imperios conocidos del mundo, provocó la rivalidad interna entre los
nacas o linajes incas que aspiraban a usufructuar el ejercicio del poder, que
de hecho rebasaron los cálculos políticos del monarca reinante y las sucesiones
se tornaron así más tensas y dramáticas, como se constatará, después.
El gobierno de Huayna Capac se inició así dentro de este
marco de luchas sucesorias, primero venciendo las
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Historia y Arqueología del Antiguo
Perú II
aspiraciones de su hermano Qhapaq Wari y luego la
conspiración del Apu Wallpalla, que aprovechando de su poder y la minoría de
edad de Wayna Qapaq intentó encumbrar en el Imperio de su propio hijo. Este
famoso inca, pese a su sagaz gobierno, no pudo evitar la gran rebelión de los
pueblos conquistados de la comarca de Quito. Y tuvo que apelar a las medidas
radicales para imponer la autoridad del Tawantinsuyo. Mientras tanto España, el
mayor y poderoso imperio de Europa, había emprendido la conquista de los
estados y pueblos del llamado “Nuevo Mundo” y una parte de sus temerarias
huestes establecida en Panamá exploraban sus comarcas y otras expediciones
europeas recorrían a la vez la costa atlántica de la América.
En las postrimerías del reinado de Wayna Qhapaq, el
portugués Alejo García habría sido el primer europeo que cruzó los límites del
imperio probablemente entre los años de 1 522 a 1523, formando parte de una incursión
Guaraní al territorio de los Charcas, que según las versiones toledanas,
ocurrieron cuando el inca se hallaba pacificando la rebelión de las comarcas
quiteñas.
Muerto Wayna Qhapaq, entre los años de 1 525 a 1 527, el sucesor
indiscutible del imperio fue Wascar Inka, no hubo pues la presunta división del
imperio, como erradamente sostuvieron las crónicas de Zárate y Gomara, que
tomaron sus datos de informantes atawallpistas. El nuevo inca sufrió también
desde los comienzos de su gobierno los efectoa de las luchas internas a nivel
de los propios linajes incas. Primero tuvo que afrontar la conspiración de
alguno de sus hermanos dirigidos por Cusi Atauchi y después el de los llamados
“albaceas” de Wayna Qhapaq a quienes sancionó
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inflexiblemente por haber permitido que el Awqui Atahualpa
se quedara en Quito. Si bien estos hechos determinaron el resentimiento de
Waskar Inca con los anancuzco, parcialidad a la que pertenecía. Sin embargo
superadas estas dificultades, el inca consolidó su autoridad y continuó con la
tarea unificadora del Tahuantinsuyo.
ESTABLECIMIENTO DE LOS ESPAÑOLES EN TIERRA FIRME
Dos
etapas iniciales pueden distinguirse en la ocupación española de Amèrica:
1)
Ocupación
de las islas del Caribe 1492-1508.
2)
Primeras
ocupaciones de Tierra Firme (América del Sur y Central) 1509 en adelante.
Estas dos etapas se cierran en 1513 con el descubrimiento
del Océano Pacífico por Vasco Núñez de Balboa. Antes de esta fecha tanto la
ocupación de las islas, como la ocupación de Tierra Firme habían tenido por
único escenario al Atlántico. A partir de 1513 en cambio se inician las
exploraciones en las costas del Pacífico. Mientras prosiguen las exploraciones,
las expediciones españolas en la zona atlántica de Centro América.
Antes de 1508 los españoles conocían ya la existencia del
continente por diferentes viajes que había realizado Cristóbal Colón en su
tercero y cuarto viajes. Pero no habían intentado su ocupación; hasta que la
corona autorizó a los capitanes Alonso de Ojeda y Diego de Nicuesa para
emprender la conquista de las costas situadas en lo que hoy día son Costa
Rica-Panamá-Colombia-Venezuela.
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Entre ambos conquistadores el Rey español fijó una línea
que atravesaba EL Golfo de Urabá en el Darién (actual Panamá). Hacia el
occidente de esa línea, en dirección al norte, se encontraba la gobernación de
Castilla de Ooro que incluía Costa Rica y Panamá. Al oriente estaba la
gobernación de Nueva Andalucía en las costas de Colombia y Venezuela, a cargo
de Alonso de Ojeda.
Ojeda y Nicuesa fracasaron como conquistadores, pero sus
proyectos son importantes como antecedentes de la posterior conquista del Perú,
por lo siguiente: 1) A partir de entonces los españoles iniciaron su
penetración hacia Sudamérica. 2) En estas conquistas frustadas participaron a
las órdenes de Ojeda, dos personajes que más tarde resultaron decisivos para el
Perú: Vasco Núñez de Balboa y Francisco Pizarro.
Un resultado de estas expediciones fue la fundación de la
ciudad de la antigua en Panamá, por acción de Vasco Núñez de Balboa. Esa acción
significaba el desconocimiento por parte de Balboa de la autoridad tanto de
Ojeda como de Nicuesa debido a que:
a) La antigua reemplazaba a una
ciudad diferente fundada por Ojeda, y
b) Se encontraba dentro de la
jurisdicción de Nicuesa y no de Ojeda.
Esta desobediencia a la autoridad fue típica de los
conquistadores. Lo mismo hizo Cortés con los funcionarios de Cuba y Pizarro con
los de Panamá. La conquista no sólo era posible sin respetar demasiado ni a las
normas, ni a las formas.
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PRIMERAS NOTICIAS DEL PERÚ: DESCUBRIMIENTO DEL MAR DEL SUR
El Perú fue para los europeos primero un lugar desconocido, luego una
región al sur de Panamá, finalmente el Imperio de los Incas. Todo empezó cuando
los españoles concluyeron para arribar con sus carabelas a la India , necesitaban descubrir
un “estrecho o brazo de mar” que les permitiera pasar del Mar del Norte, hoy
Atlántico, al presumible Mar del Sur, hoy Pacífico.
El descubrimiento del Mar del Sur, ya que no el soñado
estrecho se debió a Vasco Núñez de Balboa, quien por ello también recibió las
primeras noticias del Perú, pero evidencias más palpables de la nueva tierra se
ofrecieron a tres capitanes españoles como Gaspar de Morales, Francisco Becerra
y Pascual de Andagoya.
Semblanza de Vasco Núñez de Balboa (1475-1517)
Conquistador español.Gobernador de Darién, se distinguió
por su crueldad. Descubrió el Océano Pacífico. Murió ejecutado (Diccionario
Lexus).
Nació en Jerez de los Caballeros, Extremadura, era hidalgo
de cuna. Luego de servir de paje a Pedro Portocarrero el Sordo, señor de
Moguer, pasó a Indias en 1500 con la armadilla de Rodrigo Bastidas, pero
fracasada esta empresa terminó radicado en la Española , donde fue
granjero en Salvatierra de la Sabana. Tan
mal le fue en su improvisada ocupación que, por no poder pagar sus muchas
deudas se vio obligado a
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Historia y Arqueología del Antiguo
Perú II
fugar de la isla, haciéndolo secretamente en el interior
de un tonel con su perro leoncillo, barril que vio abrirse en plena navegación
en la cubierta de la nave del bachiller Martín Fernández de Inciso, quien iba a
socorrer a su socio Alonso de Ojeda. No llegaron a encontrar a Ojeda y la
expedición terminó en el Darién, fundando allí los españoles Santa María de la Antigua , es así como
Balboa concluyó convertido en Alcalde de la nueva población. Ascendido así a
único caudillo de los colonos, los animó entonces a salir para explorar la
tierra e indagar por oro. Al frente de los que quisieron seguirlo penetró al
país del cacique CARETA haciéndose su aliado y obteniendo a su hija Anayansi
por manceba. Esta fue quien le habló entonces de un mar azul y de un reino
dorado que llamaban el DABAIBE, pero Balboa tomó ambas cosas por fábula y
volviendo a ponerse en marcha prosiguió al país del cacique COMAGRE. Aquí halló
un botín más, estando sus soldados disputándose unas pocas piezas de oro, se
escuchó la risa burlona de Pinaquiaco, el hijo del cacique quien les dijo: “¿qué
es esto cristianos, por tan poca cosa reñís, si tanta gana teneis de oro… yo os
mostraré provincia donde podáis cumplir vuestro deseo, pero es menester para
esto que seáis más en número de lo que sois, porque habéos de tener pendencia
con grandes reyes que con mucho esfuerzo y rigor defienden sus tierras? Y al
decir esto señaló hacia el sur añadiendo que allí había un mar donde navegan
otras gentes con navíos y barcos con vela y remos”.
Balboa continuó su jornada con más empeño que nunca. Por
fin el 25 de septiembre de 1513, el océano apareció. Vasco Núñez de Balboa
mirándolo desde lo alto del monte se hincó de rodillas y agradeció al cielo su
hallazgo. A los cuatro días
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de camino recién se pudieron mojar los pies. Balboa con la
espada desenvainada y el pendón en la otra mano, se adelantó con el mar hasta
los muslos y deteniéndose en ademán solemne vivó a los reyes de Castilla León y
Aragón monarcas de España, una para concluir que tomaba posesión definitiva del
Mar del Sur, que en realidad era el océano más grande del Mundo. Era el 29 de
septiembre de 1513, festividad de San Miguel de Arcángel.
APROXIMACIÓN AL VIRÚ
Desconcierta a estas alturas la expedición de Gaspar de
Morales al archipiélago de Terarequi o islas de las Perlas, por cuanto según el
cronista Las Casas llegó posteriormente este caudillo a una tierra llamada Virú,
nombre que originó el de PIRÚ o Perú.
Gaspar de Morales por orden de Pedrarias, su primo salió
con sesenta soldados de la
Antigua y se dirigió a Mar del Sur con ánimo de ganar botín
de perlas en las islas de Terarequi. En el camino topó al capitán Francisco Becerra,
por lo que le pidió un soldado para guía y conducido por él llegó al señorío
del cacique Tutibra, quien puso a su disposición las cuatro canoas de su
pueblo. Por no haber más embarcaciones dejó allí Morales a la mitad de su gente
con el capitán Peñalosa y él, con la otra mitad pasó al señorío de Tunaca,
zarpando luego a Rerarequi.
De noche cayó sobre una de las islas y hallando a los
hombres separados de las mujeres debido a los ritos de iniciación, apresó a las
hembras para utilizarlas de rehenes, más algunas
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Historia y Arqueología del Antiguo
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escaparon y avisaron a sus maridos, lograron que estos
vinieran contra los castellanos y les dieron una dura lucha, los españoles
frenaron el ataque, luego les lanzó el único perro de guerra que tenían.
Pasó luego Morales a la isla donde habitaba el cacique
principal, Morales obsequió con baratijas al cacique y éste se puso tan
contento que subiéndolo a un mangrullo o mirador le mostró todas las islas y le
ofreció todas sus perlas porque oro no tenía, a cambio de su amistad.
Mientras tanto los abusos de Peñalosa y su gente habían
sublevado a los indígenas por lo cual al tocar tierra Morales y enviarle un
mensaje con once españoles, estos fueron muertos por el cacique de Chochama,
naturalmente a traición pues de noche les quemó la choza donde dormían y
conforme salían los apresó y ahorcó. Entonces Chiruca donde se alojaba Gaspar
Morales, por miedo, o alianza fugó una noche con su hijo, pero apresado y
atormentado con el perro, lo obligaron a convocar una junta secreta de caciques contra los
españoles, y conforme fueron llegando los encadenaban y aperreaban, matando así
a diecinueve, incluyendo a Chiruca.
En este trance fue que entendió Gaspar de Morales que a la
parte oriental del golfo de San Miguel, había un cacique, gran señor llamado Virú
que tenía gran riqueza de oro y perlas. Decidido a saquearle sus riquezas, cayó
pues de noche Gaspar de Morales, sobre el pueblo de Virú, e incendió sus
chozas, más escapó el cacique quien regresó con sus guerreros y ofreció otro
fuerte ataque, aunque huyendo finalmente, porque las ballestas y el perro volvieron a actuar concertadamente.
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Jorge Isaac Febres Cateriano
Morales volvió al pueblo de Chiruca, pero los vasallos de
los diecinueve aperreados les salieron al encuentro y los atacaron sin cuartel,
causándole muchos heridos y terminando todos víctimas del miedo y la fatiga. Un
soldado apellidado Velásquez imposibilitado de seguir por sus heridas,
determinó ahorcándose delante de todos, para no caer en poder de los indios.
Fue uno de los casos raros de suicidio que se dieron en la conquista de
América.
Nueve días anduvieron los españoles perdidos en medio de
la vegetación tropical espesísima, caminando con el agua a la cintura y
sufriendo hambre, pero se acabaron las ciénagas y se salió al Mar del Sur. En
un pueblo abandonado capturaron las canoas y en ellas cruzaron la parte del
Golfo de San Miguel, entrando finalmente a Santa María de la Antigua , poco menos que
deshechos. Entonces fue que los recibió Pedrarias y compró a su primo la famosa
perla en 1 200 castellanos, la misma que luego envió con su mujer a la Emperatriz , quien le
mandó dar 4 000 ducados por ella.
Correspondió a Pascual de Andagoya obtener no sólo la
última noticia sobre el gran territorio austral sino, incluso brindarle su
definitivo nombre. Andagoya había nacido en 1 494 en el valle de Cartango,
Alava, como hijo del hidalgo Juan Ibáñez de Arca o Arga. Pasó a Tierra con
Pedrarias en 1 514, gobernador que le dio un repartimiento de indios y lo casó
con una doncella del séquito de su mujer, de tal modo que regresó a Panamá y
allí fue regidor en 1 522, al año siguiente fue nombrado por su protector
Pedrarias, Visitador General de los indios de Castilla de Oro.
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Historia y Arqueología del Antiguo
Perú II
Como tal estuvo entonces visitando todos los cacicazgos
del Golfo de San Miguel, entre ellos el de Chochama. Allí se percató que los
nativos no se atrevían salir al mar, por temor a ciertos guerreros indios que,
procedentes del sur, venían en los plenilunios, con sus flotillas de canoas a
saquear el cacicazgo de Chochama. Preguntando que quienes eran los depredadores
le respondieron que los vasallos del reyezuelo del Virú. Andagoya partió, con
sus soldados en la compañía de los indios chochameños, abriéndose paso por
espacio de seis o siete días, siempre por la orilla del mar, llegando así a la
boca de un regular río, encontrando al cabo de la distancia una fortaleza
defendida por los guerreros del señor de Virú. La lucha fue tenaz, pero a la
postre Andagoya obtuvo la victoria, rindiéndosele seis reyezuelos tributarios
del señor de Virú, así como también este último, quien, a la postre terminó
gran amigo del caudillo vasco. Por él precisamente, se enteró que el gran reino
austral no era una leyenda sino una evidente realidad, noticia que lo animó a
proseguir la costa abajo.
Con el rey del Virú, su nuevo aliado, partió Andagoya en
demanda del país desconocido, avanzando hasta llegar al río hoy nombrado de San
Juan, en una de estas incursiones se le volcó la canoa y estuvo en riesgo de
ahogarse, tanto por el peso de sus armas como por no saber nadar, lo sostuvo en
sus brazos su aliado y amigo el señor de Virú. Los soldados recogieron a su
maltrecho caudillo y dentro del término de la distancia lo llevaron a Panamá.
Andagoya ingresó a esta población con la salud muy deteriorada, el
enfrentamiento lo había tullido y no había señales de recuperación.
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Jorge Isaac Febres Cateriano
Al verlo en este estado, otro capitán de Pedrarias llamado
Juan de Basurto quiso continuar el descubrimiento por su cuenta, llegando para
ello a gestionar la compra de caballos en la Española , pero la muerte
repentina lo sorprendió en el Puerto del Nombre de Dios, y todo quedó como
estaba. Andagoya, mientras tanto, había entregado al gobernador Pedrarias una
curiosa relación de su viaje y también al rey del Virú, para que prestase
vasallaje al monarca de las Españas. La verdad es que desde 1 523 ya Andagoya
había llamado Perú a la nueva tierra.
Antes de seguir adelante conviene reparar un hecho que
conlleva novedad. Que por esos tiempos hubo unos aventureros lusitanos que
llegaron al Tahuantinsuyo comandando una expedición.
De Guaraníes y Guarayos
El principal de ellos dice haberse llamado Alejo García.
Era portugués y natural de Alentejo, dedicándose presuntamente a la vida
marinera, se embarcó en la expedición que mandaba Juan Díaz de Solís en 1516,
la misma que terminó descubriendo el Río de la
Plata. Lo cierto es que Alejo García,
siguió en esas partes del Atlántico y en 1 524 estaba náufrago con diez
compañeros en la isla de Santa Catalina o en la costa del Brasil. Era hombre
que tenía facilidad para las lenguas y habiendo aprendido algo de los
aborígenes, entendió en sus conversaciones con los indios, que hacia el lado
del poniente, tierra adentro, existía un rey blanco (del inca del Cuzco), el
país de los Caracaraes (el Tawantinsuyo) y una sierra de la
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Historia y Arqueología del Antiguo
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Plata. García se entusiasmó con la noticia y decidiéndose
a partir en demanda de lo oído, lo hizo con cuatro compañeros.
Internándose en el Continente llegó al Paraguay,
concertándose allí con los guaraníes o chiriguanas, a marchar a la parte del
poniente a descubrir o reconocer aquellas tierras, de donde traerían muchas ropas
de estima y cosas de metal, con esta mira cruzó el Paraná. Y al cabo de muchas
jornadas llegaron a reconocer las cordilleras y serranías del Perú, y
acercándose a ellas entraron por la frontera de aquel reino. Viajaron Alejo
García, sus compañeros, más 2 000 indios chiriguanas y guarayos. Apareció
frente a ellos la fortaleza incaica de Cuzcotuyo; la apreciaron desprevenida,
la asaltaron por sorpresa y terminaron haciéndose dueños de ella, luego de
aniquilar a la guarnición.
El cronista Sarmiento de Gamboa nos dice que “mientras Guayna
Capac estaba ocupado en esta guerra de los cayambis, los chiriguanas que es una
nación de montaña, desnudos y que comen carne humana, y de ella tiene pública
carnicería, saliendo de la aspereza de los montes, entraron en la tierra de los
charcas, que estaba conquistada por los incas del Pirú. Y dieron en la
fortaleza de Cuzcotuyo, adonde el inca tenía grande guarnición de fronteras
contra los chiriguanas. Y como salieron de repente, entraron en la fortaleza y
matarónlos a todos y hicieron a los de la tierra gran estrago, robos y
muertes”. El inca reaccionó desde Quito enviando a su general Yasca, el cual
partió para el Cuzco, de aquí partió para los charcas, con la cual llegó a los
chiriguanas y les hizo cruel guerra y prendió algunos de ellos, que los envió
por muestra a Guayna Capac a Quito, para que viera la extrañeza de aquella
gente.
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Jorge Isaac Febres Cateriano
A estas alturas sorprende que no se diga nada de los
portugueses, parece que ya estos habían emprendido el viaje de retorno al
Paraguay. Efectivamente los lusitanos volvieron cargados de despojos de ropa,
vestidos y muchos vasos, vajillas y coronas de plata, de cobre y otros metales.
Desde Paraguay escribió Alejo García a sus amigos náufragos de Santa Catalina,
enviándoles con el papel algo del botín, asimismo escribió una carta a Martín
Alfonso de Sousa, Gobernador de San Vicente de Brasil, hoy Santos. Noticiándolo
de la tierra rica que existía al poniente de su gobernación.
Sarmiento de Gamboa nos indica que habiéndose detenido
Alejo García en la orilla izquierda del río Paraguay, en el lugar donde luego
se fundó la Villa
de San Pedro, sus aliados indios lo asesinaron junto con sus compatriotas,
finando allí los cinco europeos sin dejar huella de su botín.
Dos náufragos de Santa Catalina que recibieron la carta y
la plata se encargaron de perennizar la aventura de Alejo García y sus cuatro
compañeros. Lo sorprendente de todo es que el posible viaje de Alejo García se
sitúa entre los años de 1524 y 1526, de ser cierto esto, Alejo García sería el
primer europeo conocido que pisara el Tahuantinsuyo, sin sospechar que había
llegado al único Imperio existente al sur de la línea equinoccial.
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Historia y Arqueología del Antiguo Perú II
¿Quién fue Don Pedro de Valdivia?
El Fundador de la Nueva Extremadura
Aunque no se relacione mucho con el contexto general,
quiero tratar sobre Don Pedro de Valdivia, que a mi ver es un personaje
importante de la conquista, sobre todo del país vecino del sur. Además continuó
con el descubrimiento de Chile,
dejado de lado por el otro conquistador Don Diego de Almagro, que le fue mal en
su aventura, tal vez porque tomaron una ruta muy difícil y de mucho frío. Por
escapar del desierto sufrieron penalidades al atravesar la cordillera,
pensando, tal vez hacerlo en el menor tiempo.
Las escenas, diálogos, resúmenes y descripciones de esta
novela, como la llama el chileno Juan Jorge Faundes Merino, nacido en Temuco en
1 946, son recreaciones a partir de los relatos del propio Valdivia, cronistas
e historiadores y los inevitables vacíos, llenados con imaginación. Se ha
tratado de revivir la
Historia , sacarla del museo; por eso, esta corta narración es
presentada como “novela biográfica”:
Los ojos lapislázuli del hombre relumbran cuando a grandes
y ruidosos trancos metálicos se introduce al gigantesco toldo de pieles de
llama levantado al pie del cerro. Son centenares las tiendas de cueros o trozos
de velas de barco que se han agrupado en torno a la suya. Su cabello, amarillo
como el oro que busca, está alborotado por la brisa de la tarde. Las barbas
plomizas dan un aspecto quijotesco a su rostro de piel agrietada y color
terracota. Afuera del toldo relincha un caballo y resuena el galopar de unos
lanceros entre aleteos espantados de gallinas y chillidos de cerdos.
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Jorge Isaac Febres Cateriano
-¡Inés! –Grita con voz como bramido de toro-. ¡Inés!
De ancho pecho y espaldudo, buena estatura y fornido,
viste una ceñida cota de mallas y reluciente armadura. Termina diciembre de 1
540 y acaba de llegar de una cacería de indios por las vecindades del
campamento, instalado el día anterior al pie de un peñón entre los dos brazos
del río que los naturales llaman Mapocho.
El interior del pabellón es muy amplio, con subdivisiones
para recibir, comer y dormir. Lo adornan coloridos tapices, tapetes y alfombras
tejidos por las indias de Lima, el Cuzco y el Titicaca. Hábiles manos dibujaron
y pintaron en ellos con tierra de color misteriosos signos geométricos, así
como soles, jaguares, monos y aves antropomórficos. Todo el alhajamiento de la
tienda fue traído a lomo de indio desde su casa del valle de La Canela , en Perú, donde
gozaba de una encomienda, y de su mineral de Porco, su cerro de plata,
propiedades que devolvió al Marqués Francisco Pizarro antes de emprender la
aventura a Chile. Más de cuatrocientos indios de carga soportaron sobre sus
hombros, entre Cuzco y el valle del Mapocho, estos y otros muchos bienes y
herramientas y armas necesarios para la conquista. Varias decenas murieron de
frío o agotamiento durante la travesía de los despoblados del norte. Otros
huyeron en cuanto pudieron perderse entre las dunas del desierto.
Los conquistadores obtenían la comida en los rancheríos
con que tropezaban por el camino. Los indios que no cooperaban con la entrega
de sus ganados, mujeres, cosechas y reservas alimenticias, eran castigados con
la muerte y el incendio de sus viviendas y sementeras.
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Historia y Arqueología del Antiguo Perú II
Sobre la cota del guerrero, un chaleco de hierro refleja
como un espejo el rostro moreno de la hermosa mujer de largos cabellos negros
que acude a su llamado.
-¡Pedro! –dice-. ¡Al fin llegas! Y lo abraza. El hombre
huele a sudor, tierra, caballo y humo.
-¡Qué frío y duro estás con estas cosas! El hombre sonríe
y arroja casco, lanza y espada a un rincón del cuarto. Caen con estrépito sobre
el suelo de tierra.
-Ya me las quito, mujer, ya me las quito. Pero todavía me
queda guerra por delante.
-¿Guerra? –dice ella-. ¿Todavía más? –Y lo ayuda a sacarse
aquel reluciente traje que le ha salvado la vida en mil batallas.
-Guerra, Inés. La paz todavía está lejana. Recién estamos
comenzando a correr esta tierra.
La mujer se estremece. Ella sabe que correr la tierra significa, en la jerga de los conquistadores,
recorrer en son de guerra el territorio enemigo, y enselarles todo el mal que
se les puede causar si no cooperan con sus bienes y trabajo. Correr la tierra es perseguir, arrasar,
matar sin discriminar sexo, edad, edad o jerarquía.
-Nos dividimos en cuatro cuadrillas y corrimos gran parte
de este valle durante todo el día –cuenta a la mujer-. Y por la astucia que
tuve en repartir la gente, pensaron que éramos muchos cristianos. Porque los
indios huían de una cuadrilla y
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Jorge Isaac Febres Cateriano
topaban con otra. Y escapándose de aquella, topaban con
las demás. Luego tomamos nuchos prisioneros para el servicio y otros para
devolverlos con mensajes a los caciques.
La mujer le alcanzó una botija de vino y el hombre tragó
hasta vaciarla.
-Vamos a necesitar muchos indios para construir aquí una
ciudad –dijo luego. Le cogió a la mujer la cara entre sus gruesos dedos,
callosos de esoada, y la miró como en adoración.
-Mi deseo es descobrir*
y poblar para Su Majestad todo este país –susurró-. Y Su Majestad me pagará
con encomiendas de indios y mercedes de tierras mis servicios.
Ella también lo contemplaba. –Y dejar memoria y fama de
mí -continuaba él-. Pero debo ir con el
pie de plomo poblándola y sustentándola.
-¿Y a dónde irás después de hacer esta ciudad?
-Al sur. A esa verde grosedad
–por fertilidad- del sur.
-¿Y cuándo? –No sé, tal vez de aquí a febrero, con ayuda
de Dios, e con sesenta hombres déstos e los mejores caballos e yeguas, dejando
los demás para la conservación de la ciudad. Con ellos me meteré en la grosedad
de la tierra, a fundar otra. Y después, a quince o veinte leguas desa, otra. Y
otra. Y otra.
__________________
*El autor pone en boca de Pedro de
Valdivia algunas palabras en castellano del siglo XVI para darle más sabor y
autenticidad.
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Historia y Arqueología del Antiguo
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Su mirada traspasa los muros y se fija en algún punto
misterioso más allá del horizonte. –Algún día he de llegar fundando ciudades
hasta el Estrecho de Magallanes.
-¿Y me llevarás?
De cabeza grande, conforme al cuerpo, el hombre niega con
energía. –No, mujer. Necesito dejar aquí a la más valiente de las capitanas.
Doña Inés era una mujer joven viuda española que llegó a
las Indias con treinta años de edad, se unió con don Pedro y formó casa con él.
Primero vivieron en
el Cuzco; después lo acompañó en la odisea de once meses que fue el viaje hasta
el valle del Mapocho. Inés de Suárez le quita con ternura sus armaduras y lo
baña con agua caliente en una tinaja labrada en un grueso tronco, forrada en
cobre y con guarniciones de oro y plata.
Le limpia la piel de la costra de sudor, sangre y lodo que
se le ha acumulado.
____________________
Fuentes:
HUANCOLLO DE BELLIDO, Domitila.
Arequipa-Perú. UNSA. 2 005.
FAUNDES MERINO, Juan Jorge. Pedro de
Valdivia. Fundador del Nuevo Extremo. Santiago de Chile. Zig-Zag. 1 993.
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Jorge Isaac Febres Cateriano
II
VALDIVIA CONTRA ALMAGRO
La primera misión de Pedro de Valdivia como maestre de
campo de Francisco Pizarro fue comandar a cuatrocientos cincuenta hombres que
salieron de la Ciudad
de los Reyes –Lima- para liberar a don Gonzalo y a don Hernando, los hermanos
del marqués, que permanecían en el Cuzco sitiados por doscientos mil indios.
Sin embargo, en el camino fue informado de que don Diego
de Almagro, Adelantado de los Territorios del Sur, según nombramiento real,
quien regresaba de una fracasada
expedición a Chile, había dispersado a los indios sitiadores, ocupando
el Cuzco y apresado a los hermanos del marqués
Don Diego mantenía un litigio de poderes y territorios con
Francisco Pizarro y sus hermanos. Insistía en que el Cuzco quedaba bajo su
jurisdicción. Lo que también reclamaban los Pizarro. La pugna dividió a los
conquistadores en pizarristas y almagristas.
Pedro de Valdivia no era partidario de una solución
violenta del conflicto y aconsejó a Francisco Pizarro un esfuerzo de
diplomacia.
-Vaya al Cuzco y entrevístese con Almagro –le dijo en un
consejo de oficiales-. Si conversan, se acordarán de la hermandad que los une,
se adobaran las cosas e vendrá todo en paz y conformidad.
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Historia y Arqueología del Antiguo Perú II
-¡No! ¡No iré! –respondió a gritos el marqués- ¡El violó
el juramento hecho por ambos! ¡No merecen mis obras, ni la hermandad que con él
he tenido, su actitud de ocupar el Cuzco, que dice caer en su gobernación, y
apresar a mis hermanos! ¡E fuera bien que si la ciudad del Cuzco dice caer en
los límites de su gobernación, que se viniese a ver conmigo, pues yo tengo la
tierra a mi cargo por mandato de su Majestad!
-La guerra puede acarrear peligrosas consecuencias en las
actuales circunstancias –insistió Valdivia-. Daría ocasión a los indios a
sublevarse aprovechando nuestras disenciones. Y pondría en peligro la vida de
sus hermanos. Una gestión directa suya, estoy seguro, lograría la libertad de
don Gonzalo y de don Hernando, y solucionaría todas las diferencias.
Se impuso, sin embargo, en el consejo la opinión del
bachiller García Arias, quien persuadió a Pizarro de preparar la guerra contra
Diego de Almagro. Don Francisco hizo en parte caso a Valdivia y nombró una
comisión para gestionar la libertad de sus hermanos.
Almagro recibió a los comisionados, pero no liberó a los
Pizarro. Propuso en cambio designar delegados de cada parte para demarcar las
gobernaciones y dejarlas claramente definidas.
Entretanto, Gonzalo, había escapado y sólo Hernando
permaneció prisionero. Don Diego de Almagro, en una decisión ingenua
inexplicable, aceptó que el mercedario fray Francisco de Bobadilla, hombre de
Pizarro, fuera el único árbitro para solucionar el diferendo.
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Como se podía esperar, el fraile emitió una sentencia que
dejó la disputada ciudad del Cuzco bajo la jurisdicción del marqués Pizarro.
Oportunamente, sin embargo, llegó desde España una cédula real que ordenó a los
contendores quedarse donde los encontrase esta provisión, mientras el monarca
no resolviera otra cosa. O sea el Cuzco debía seguir en poder de Almagro.
El Rey ordenó además un viaje de Hernando Pizarro a España
para que le llevara su parte en el tesoro de Atahualpa, “con la más brevedad que se pueda, porque las necesidades de acá lo
requieren”. Don Diego liberó entonces a Hernando, ya que era requerido por
el Rey. En cuanto su hermano fue liberado, Francisco Pizarro citó a un urgente
consejo de oficiales.
-¿Se han hecho las órdenes del Rey para ser obedecidas a
la letra en los lejanos territorios de ultramar, en circunstancias que su
Majestad desconoce? –dijo-. Un buen servidor de un monarca no es el que aplica
rígidamente la ley, sinó el que sabe adaptar su sentido a las realidades
inesperadas. ¡Su Majestad no puede prever la aparición de hechos que, conocidos
por él, le harían actuar de una manera muy diferente! Pedro de Valdivia y los
demás caballeros del consejo lo observaban sin poder disimular brillos de
incredulidad e ironía en sus miradas.
-¡Más obediente y fiel vasallo es el que, en tales casos,
actúa contraviniendo las órdenes del Rey y no cumpliéndolas! En cuanto al viaje
de Hernando de Pizarro a España con la parte del tesoro de Atahualpa que el Rey
reclama como suya, los argumentos de Francisco Pizarro eran igualmente un
disfraz retórico para un acto de desobediencia que anticipaba una futura mayor
y más grave rebelión.
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-¿No es más conforme con el real servicio dilatar el viaje
de mi hermano y confiar a don Hernando la pacificación de los bárbaros que se
resisten a acatar el dominio de Su Majestad?
Dicho esto, puso a Pedro de Valdivia en pie de guerra y
envió un mensajero a Diego de Almagro con la orden perentoria de abandonar los
territorios ocupados. Al tenor de su reciente argumentación, hacía caso omiso
de la cédula real que ordenaba no innovar por el momento.
Almagro respondió que respetaría la provisión real, que
iba a retener los territorios ocupados hasta que el monarca dispusiera, y
acampó con el grueso de sus hombres en Guaytara, una cumbre en lo alto de la
sierra, al filo de hondos despeñaderos, atalaya que domina el camino al Cuzco,
dispuesto a impedir el paso del insubordinado Pizarro.
Pizarro y sus huestes se lanzaron a la guerra. La batalla
decisiva se produjo a dos leguas del Cuzco, en la llanura de Las Salinas. Un
riachuelo separaba a ambas fuerzas. Hasta que chocaron hierro contra hierro al
amanecer.
¡Viva el Rey!, gritaron los Pizarristas. “¡Santiago, a ellos”, los almagristas.
Pedro de Valdivia ordenó cargar los arcabuces con pelotas de alambre, una munición recién
inventada en Europa. Consistía en dos bolitas unidas por un hilo de hierro. Al
ser disparadas, los perdigones se apartaban y con el hilo de hierro que
llevaban al medio, tenso al rojo como una navaja de viento, cortaban picas y
lanzas y rebanaban cuanta piel y carne topaban por delante.
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Jorge Isaac Febres Cateriano
Derrotado, Almagro fue posteriormente ejecutado por
Hernando Pizarro.
Al año siguiente, en abril de 1 539, Pedro de Valdivia
solicitó al sorprendido Francisco Pizarro su respaldo para la empresa a Chile.
-Sí, tienes razón –le dijo-. No eres hombre para dejar
secar su alma en esta tierra de molicie. En virtud del poder que me concede la
cédula de Su Majestad, dada en Monzón, en el año de mil quinientos treinta y
siete, refrendada de Francisco de los Cobos, secretario de su Real Consejo
Secreto, en que me manda enviar a poblar e conquistar el Nuevo Toledo e las
provincias de Chili, te envío como mi teniente gobernador a poblarlas,
conquistarlas y gobernarlas.
Para hacer esta jornada (expedición a la Nueva Extremadura )
el Marqués Pizarro no lo favoreció ni con tan solo peso de la caja de Su
Majestada ni suyo, y a su costa y expensas hizo la gente y gastos que convino.
Valdivia comentó a doña Inés, antes de salir desde el Cuzco: “He invertido mi
fortuna de nueve nil pesos oro, que para muy poco alcanza; cada caballo cuesta
dos mil; cada espada, cincuenta; cada carpa, más de cien. Con mercaderes y
prestamistas he completado quince mil pesos en caballos y armas”.
Finalmente, logró reunir ciento cincuenta hombres de a pie
y de a caballo y se endeudó en más de setenta mil castellanos. La expedición salió
del Cuzco con siete españoles y ochocientos indios. Los restantes peninsulares
se unirían al grupo después de dos meses de marcha, en el valle de Tarapacá.
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