viernes, 1 de junio de 2012

historia y arqueología de la región arequipa

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PROVINCIA DE LA UNIÓN


Es tal vez, la provincia menos conocida y menos visitada de la Región de Arequipa, debido, especialmente, a la dificultad de las comunicaciones y distancia que separa de la Blanca Ciudad; que bien podría convertirse en un centro turístico de primer orden, por la variedad de atractivos turísticos que posee. Esta región estuvo poblada por diferentes tribus, como los Tullas, los Allcas, los Cotahuasis, los Guaynacotas, los Chancas, etc., que han dejado múltiples ruinas que esperan un estudio serio y profundo por parte de los arqueólogos, antropólogos, científicos e historiadores en general.

Entre estas ruinas podemos mencionar: las de Maucallacta, en Puica; las de Tulla, en las alturas de Taurisma; San Andrés, en  la parte alta de Mungui; de Isicca, cerca de Huarhua; Cañapampa, Huito, Patacapilla, Ccayahuata, Chollota, etc. Los incas no llegaron nunca a someter totalmente a estas tribus. Los españoles arribaron probablemente, alrededor de 1 545. En 1 600 ya se explotaba la minería en grandes proporciones. Habiendo sido creado como provincia el 4 de Mayo de 1 835.

Cotahuasi es conocida como la Región del “Waylla Rupaj” que significa “Las Praderas que queman”.

La historia del valle de Cotahuasi, se inicia con la aparición del hombre primitivo andino 8 000 a 10 000 años AC y se perfila con la expansión del imperio Wari en el año 500 AC.
HISTORIA Y LEYENDA

En el siglo XI  comienza la decadencia Wari, los Chancas, invaden y arrasan las comarcas de Cotahuasi que por entonces se ubicaron en las partes altas. A principios del siglo XIII, el Inca Cápac Yupanqui en su afán de castigar a los Condesuyos, llegaron a la temible región del “Waylla Rupaj” presumiblemente por la gran existencia de abundantes afloraciones de las aguas
                                                                                Parte baja del río en pleno Cañón

termales con altas temperaturas, de gases, vapores y ruidos subterráneos y por la vivencia de diabólicas divinidades como la de  “Warak’aya” o la “Onda de la Muerte”; o el “Wuaman Rupaj” o “Ave que quema”; los mismos que se arrastraban hirviendo por todos sus ríos hermosos y leyendas que cuentan de estos fenómenos; como el de la princesa india de piedra que hila y ccla el ropaje azul de lo cuatro guerreros incas vencidos en el Tawa Wara, , pues era la volcánica región de Cotahuasi.

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Ruta y Recursos Turísticos

La ruta que conduce al valle y cañón de Cotahuasi se inicia en la ciudad de Arequipa, que después de un recorrido de 180 km se llega a Aplao y de allí, a la altura del anexo de Acoy, se toma el desvío de la carretera,  felizmente también asfaltada hasta Chuquibamba, unos 50 km aproximadamente, lugar donde se aprecia en toda su magnificencia el coloso Coropuna (6 425 msnm); la ruta avanza bordeando el macizo nevado, hasta llegar al punto más alto, Pallarcocha a 5 100 msnm del cual lentamente se comienza a bajar divisando desde allí el nevado Solimana (6 093 msnm) y se llega al lugar llamado “Sique”, que sirve para repartición de los pueblos de Chichas (famoso por sus ricas paltas) y Salamanca, rebautizado por los españoles, pues antes se denominaba Saramarca.

Seguidamente, se llega al pueblo de Arma del cual parte la desviación hacia Andagua (lugar de los 85 volcanes) y las minas “Buenaventura” de Orcopampa, en la Provincia de Castilla. Luego, continuando el recorrido a La Unión (Cotahuasi), se pasa por “Huaytapampa”, donde se encuentra gran cantidad de Guallatas (ganso andino), Visca Grande y Visca Chica, para llegar  la cima del cerro “Allahuay”. Desde este punto se divisa en toda su imponencia el valle y el cañón de Cotahuasi; habiendo recorrido desde Chuquibamba unos 145 Km de increíbles y maravillosos paisajes de ésta zona alto andina de la Región Arequipa. Desde Cotahuasi para poder visitar el Cañón, hay que tomar acémilas.

CAÑÓN DE COTAHUASI

Es éste un atajo impresionante que el río Cotahuasi ha excavado en las estribaciones del coloso Solimana. Un corte muy profundo, lleno de recovecos y meandros, con montañas desplomadas por la carcoma del río, con paredes verticales que se pierden en el abismo, con andenes caprichosos que parecen colgar de las alturas, con gran número de cascadas y saltos de agua, todo cubierto de vegetación silvestre alternada con los cultivos propios de la región.

El pueblo de Cotahuasi apenas es perceptible en el fondo lejano, como unos p untos blancos insignificantes. La carretera empieza en el descenso en un zigzag interminable y después de una hora en vehículo se puede llegar al pueblo. A media altura hay un cerro sombrío, “El Huiñau”, que se levanta imponente sobre el valle.

Mientras se desciende, la flora es una vegetación abundante y florida con la preciosa cantuta, las fucsias, la retama, dando la impresión de un extenso jardín silvestre cultivado por la misma naturaleza. Más abajo, las densas masas de eucaliptos, álamos y sauces, alternan con el verde esmeralda de los alfalfares, o con el oro de los trigales maduros. Y en el seno de este maravilloso paisaje, las casitas rústicas pintadas de blanco completan un cuadro de romántica belleza.

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Cotahuasi se encuentra a 370 km de Arequipa y a 2 684 msnm. Se hace muy agradable la impresión que el pueblo causa con sus calles estrechas bien pavimentadas, y las casa todas blanqueadas.

La iglesia matriz data del siglo XVIII; y tiene la peculiaridad, que el campanario se halla separado del resto del edificio, sólo que en este caso un cerro muy próximo al templo oficia de torre.

En el morro Chacailla está la laguna Chuquicocha. La fiesta principal es el 4 de mayo, fecha propicia para admirar el rico folklore cotahuasino.

La carretera continúa por el fondo del cañón, paralelo al río. Pronto se llega a Tomepampa, cuya iglesia colonial es notable.

Más adelante, un puente colgante sobre el río Cotahuasi conduce a Visbe y a Taurisma; pero siguiendo la carretera, se llega a ALCA donde las muchachas tienen tal fama de bellas, que es aspiración de muchos mozos comarcanos el casarse con una alqueña, y es motivo de orgullo para otros, el haberlo logrado.

Muy cerca de ALCA, se hallan los baños termales de Luicho, cuyas aguas, a 40º C, son muy apreciadas por sus virtudes terapéuticas. Se ha construido una piscina con habitaciones para uso de os bañistas, un techo voladizo cubre el ambiente; es costumbre entre los lugareños darse un nocturno, al natural y a la luz de las estrellas.

MUNGUI

Se halla a hora y media a caballo de Cotahuasi, para contemplar un fantástico paisaje.

PAMPAMARCA

Donde tejen bellísimas alfombras que han dado fama a Cotahuasi.

CATARATAS DE SIPIA

Se hallan ubicadas en el distrito de Toro a pocos kilómetros de Cotahuasi. Para llegar a este maravilloso lugar, se hace a través de una trocha, a pie o a caballo (tres horas a caballo), donde el río Cotahuasi; con todo su caudal, se precipita desde una altura de 50 metros, dando origen a un permanente arco iris que se forma en las nubes de vapor.

El esfuerzo es compensado con la belleza incomparable que nos ofrece esta zona donde rodeado de innumerables flores y vegetación exuberante, cruzando dos puentes colgantes de histórica antigüedad, la fatiga por el recorrido del agreste camino, se desvanece y se convierte en satisfacción única.

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También está la cascada de “Uscune”, sobre el río Mungui, y el cañón de “Chipito” en cuyo fondo distante aparece el río como un hilo de plata.

La visita a Cotahuasi quedaría incompleta si no probase sus exquisitos vinos, o si no se lleva una típica alfombra cotahuasina.

FIESTA PATRONAL COSTUMBRISTA

En la Provincia de La Unión, Cotahuasi, se llevan a cabo las Fiestas de los Santos patronos de los pueblos con mucha devoción y entusiasmo, pues lo pobladores esperan todo el año esta oportunidad para gozar y divertirse.

Como una manera de retribuir lo recibido, alcanzar estatus de  respeto, el devoto del santo asume el cargo para pasar la Fiesta del año entrante y e  le denomina Alferado. Esta persona prepara la fiesta religiosa e invita al pueblo comida y licor durante varios días. La familia y amigos lo ayudan ofreciéndole el “Mallque” que es una colaboración en dinero y en productos para ayudar en los gastos. Con el mismo fin explota durante el año las tierras de propiedad del santo. Generalmente trabajan todo el año para afrontar este compromiso de honor.

El torero asume la responsabilidad de organizar las corridas de toros que por lo general son de dos días, uno a su cargo y otro a cargo del pueblo. Este hace levantar su palco en la plaza de toros al igual que todo el pueblo e invita a todos los visitantes a que lo acompañen a compartir los picantes (comida típica con productos del lugar y el cuy), la chicha y vinos del lugar. Todo esto al son de la banda de “Caperos” y la Huaccra (que es una corneta hecha de cuernos de toro que emite un sonido semejante a su bramido).

Las jovencitas obsequian “Enjalmas” que se las ponen en el cuello de los toros y los jóvenes enamorado se enfrentan al toro, arriesgando sus vidas, tratando de sacarlas para demostrar valentía y conquistar a su amada.

Al finalizar la corrida el pueblo baja al ruedo y al son de la música baila el “Kirki”, mientras el ganado bravo permanece también en el ruedo, en manada, sin atacar.

DANZAS

La Huaylía

Típica danza del pueblo de Taurisma, es una adoración al Niño Jesús donde hombres y mujeres cantan para agradar a su santo patrón. Los hombres se denominan pastores y las mujeres portan palos de Quiswar adornados de lindos colores donde hombres y mujeres cantan.



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Los Villanos o danza de las Tijeras

Es una danza que la realizan por parejas haciendo contrapunto en malabares y proezas al son del arpa y el violín. Se dice que los danzantes de tijeras adoran al demonio y tienen pacto con él para no sentir dolor ni cansancio. Suelen realizar rituales al pie de las cataratas de Sipia, donde en la roca hay un rostro de Lucifer. Su protector.

EL NIÑO JESÚS DE HUAYLLURA

Es el patrono de las minas de oro del mismo nombre en el distrito de Jauría.

Cuenta la historia que los españoles hicieron aparecer en un paraje de l as alturas entre el ichu, la imagen de un pequeño niño con sus sandalias de oro y que fue encontrado por una pastora y desde esa vez lo adoptaron con su santo patrón y trabajaron los naturales con mayor empeño en la explotación del codiciado  metal.

El 6 de enero de todos los años se le festeja durante una semana, donde el pueblo con Huaylías y Ccamates, danzan incansablemente en contrapunto con otras cuadrillas.

Este niño es Paccari que quiere decir aparecido. La representación de estas costumbres se las ofrecen para difundir el folklore de La Unión, Cotahuasi, tierra olvidada por los hombres pero favorecida por Dios al dotarla de su maravillosa naturaleza donde se encuentra uno de los cañones más profundo y bello del planeta.

CUENTOS Y LEYENDAS DE COTAHUASI

COMBATE A MUERTE EN LAS DESOLADAS LAGUNAS DE HUANSO

Dejemos que nuestro estimado colega sanmarquino, el profesor Justo Aspilcueta Zanabria, nos cuente con su vena humorística, algunas vivencias, de su tierra cotahuasina, que lo viera nacer. Lo hago apresurado, por cuanto el tiempo planeado para cumplir con mis deseos, de sacar a luz este segundo trabajo, se me vence en estos días. Y no quiero quedar mal con mi conciencia y con los amigos que confían en mis sanas promesas. Pido disculpas, por algunos errores, fruto de mi ligereza y de la carencia de “afinamiento”; ya lo iré haciendo mejor en las próximas ediciones. Además me encuentro preparando exámenes para cumplir con mi trabajo de profesor, en un prestigioso colegio particular de Miraflores (Arequipa). Imagínense con ochenta años a cuestas y con una juventud, difícil de “educarla”. Es una tarea muy complicada y a su vez, enaltecedora

Me imagino que el profesor Aspilcueta escribe con el seudónimo de Diósoro, él no me lo ha dicho, pero por sus conversaciones, y por los análisis de sus escritos, deduzco y/o malicio que se trata, a todas luces de éste gentil personaje. Bueno, vamos al grano, que el tiempo apremia. Y siempre con las disculpas del caso. Gracias.

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El joven profesor Diósoro, que se iniciaba en la docencia en la estancia de Tecca, pueblito que se encuentra a unas cinco horas de caminata desde Pampamarca a la cual pertenece, la escuelita de calamina rodeada por campos de ichu, y con una pequeña casita de piedra con techo de ichu a dos aguas, como vivienda para el profesor, cuartito sin ventanas y con puerta pequeña para evitar el ingreso del frío, con aguas congeladas en épocas invernales.

Con una iglesia rodeada del panteón y un cuadrilátero cercado algo pequeño que es la plaza. Y todo el pueblo casi sin moradores, puesto que estos se encontraban en sus pastizales pastoreando sus camélidos y la mayor parte retornaba luego de varias semanas de ausencia. Sólo los niños se quedaban para ir a la escuela, y algunos moradores pobres entre los pobres que ni siquiera tenían un hato de camélidos. A lo más un par de andenes en la quebrada donde producían un poco de maíz. Y en sus huertos, apenas si producían algunas legumbres o plantas tuberosas, por el clima frío.

Diósoro de carácter impresionable, pero imbatible en su afán de profesor, un poco para salir de la monotonía y por fomentar el compañerismo entre sus alumnos, un día se propuso visitar las lagunas de Huanso, que se encontraban a tres horas de camino; muy de madrugada, consiguieron un borriquillo y le acomodaron cierta cantidad de comestibles que el gobierno proporcionaba, en ese entonces, arroz, ya los niños pondrían todo lo demás, hasta un travieso perrillo se unió a la caravana, este animalito nos distrajo el camino, en el que nos cruzaban lagartijas que los niños las llamaban “jaliuchas”, a las que el perrillo lograba cogerlas entre las fauces.

 El camino inclinado pero siempre en subida, estaba bordeado de diversas plantas, que Diósoro iba preguntando a los niños: la tola, la keñua, el lloque, huamanripa y otras muchas plantas pequeñas. El suelo arenoso y cielo de intenso azul, con copos de nubes dispersas. No avistamos ningún ser humano en largas horas de caminata. A lo lejos vimos un grupo de seis vicuñas, que se perfilaban en una lomada en el horizonte, nos observaban inmóviles.

Pasamos por una hondonada o “mojedal”, suponemos que eran pastizales para los camélidos; allí vimos una pareja de patos de cuello alargado y cuerpo corto de color blanco y manchas negras, bastante esbeltos que los llaman Huallatas, al notar nuestra presencia, se confundieron con el paisaje y por más que traté de reubicarlos no pude hacerlo, un mimetismo perfecto, que me hizo recordar a las perdices que vuelan un poco chillando y se pierden absolutamente.

En las planicies se observan unas hierbas de florcillas  blancas y pistilos amarillos, me dijeron que se llamaban “papusas”, y tenían un aroma penetrante parecido al de duraznos o fragancia de rosas. Luego vimos una pareja de aves de vuelo ligero y rasante, se llamaba “KOLE” (halcones).




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Por fin divisamos las lagunas, al centro de una gran planicie, había una pequeña llamada Yanacocha y otra la más grande separada por unos cuantos kilómetros. Llegamos a las lagunas, que se encontraban detrás de unas lomas, en sus contornos arenosos, muy pocas rocas, un paisaje desértico; encontramos aves grandes (halcones) muertas y secas, y más huesos largos posiblemente de otros animales.

Vimos vacunos en las orillas, quienes introducían el hocico dentro del agua y con la larga lengua sacaban pastos acuáticos, los que quedaban flotando en el agua y de los cuales se alimentaban.

En la otra orilla una bandada de “paniuras” (parihuanas), de cuellos y patas largas y pico grande y encorvado, con su hermoso color rojo y blanco, que inspiró a San Martín para crear nuestra bandera, allá en la playas de Pisco.
  Cataratas alto andinas de la región

En la parte fangosa y poblada de totorales estaban los auténticos patos de laguna que los del lugar los llaman “ajuiya”, que son de color negro, son nadadores y buceadores, su graznido es parecido al ladrar acompasado de un perrito, “yanahuico”, admirables voladoras de color negruzco; “jellwa” de vientre blanco y alas plomas (muy parecidas a las palomas), las alas muy grandes rematadas en puntas de color negro, pico largo, patas con tres dedos unidos por membranas y un espolón.

Aves que anidaban en los matorrales como islotes cerca de las orillas, y obtenían su alimento también debajo del agua. Todos estos habitantes lacustres se incomodaron por nuestra presencia y se retiraron a prudente distancia. Advertí a los niños no entrar a la laguna ni molestar a los animales.

Preparamos nuestros alimentos, y les propuse un partido de fútbol, a lo que los niños accedieron sin mucho entusiasmo, sin presagiar Diósoro los acontecimientos que vendrían después.

El joven maestro agotado por la responsabilidad y la fatiga, buscó un momento de descanso a la sombra de una gran roca, el clima era agradable, y había un silencio absoluto, se olvidó de los niños. Al cabo de un buen rato y juzgando que el día avanzaba y había observado el paisaje y emprender el retorno, algo intrigado, no escuchaba la algarabía de los alumnitos, tendió la mirada a la planicie donde los había dejado, y con sorpresa no los vió allí. Diósoro sorprendido y algo preocupado avanzó en dirección a la laguna y vio espantado a lo lejos que los niños habían ingresado a la laguna cerca de los totorales, y algunos se habían quedado en las orillas y ocupados en algún afán no se dieron cuenta de su profesor, Diósoro se sobrecogió de espanto, se fue corriendo hacia ellos,  gritando que salieran del agua con cuidado,  los  niños  enfangados  casi  hasta  la

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cintura, ni le escucharon a su profesor, y continuaron con su afán que era una verdadera batalla entre los patos y los alumnitos; los patos al verse atacados con piedras por los alumnos, se zambullían debajo de agua y luego emergían buscando ahogar a los niños, éstos incitado a la lucha, cogiéndose los unos con los otros a prudente distancia, seguían el combate, mientras que los niños que se habían quedado en la orillas alcanzaban las piedras para el ataque.

Diósoro desesperado, tuvo que ingresar a la laguna gritando que salieran, al escucharlo los niños apesadumbrados y obedientes abandonaron la lucha y con mucha cautela fueron saliendo uno a uno. Diósoro agradeció a Dios que no hubiera habido ningún niño ahogado. Diósoro asombrado vio que uno de los niños tenía cogido de las patas un gran pato negro muerto, Diósoro los miró sin demostrarles su admiración y agradecimiento por lo bien que sabían cuidarse. ¿Cómo lo habían sacado del interior de la laguna?, ¿cuánto tiempo de lucha hubo? Diósoro no pudo hallar respuesta a estas preguntas. De inmediato Diósoro emprendió el retorno, en el camino el niño del pato orgulloso llevaba su trofeo, y se le escuchaba preguntarle “hatiricusin (te he podido o no).

Diósoro vio que aún le quedaba bastante del día y ordenó a sus alumnitos, ir a ver los canales de derivación de la laguna para irrigar las tierras de Huaynacotas, sin haber aprendido de la lección anterior, que pudo haberles costado muy caro. En el mismo camino encontraron una bocamina que ingresaba hacia abajo y daba pavor penetrar siquiera unos metros; luego se encontraron con filtraciones de  la laguna en una quebrada, y allí quedaba aún una pared intacta muy alta, eran las famosas minas de oro de Parapa, Diósoro preguntaba a los niños, si estaban cerca del camino de retorno, a lo que esto respondían que sí; siguieron avanzando ya sin detenerse para nada, parecía que la noche se les vendría encima, en el que apenas tenían un fósforo.

 Diósoro con la preocupación, entre matorrales espinosos, rocas sobre una bajada escabrosa, algunos alumnos se despidieron del grupo, pues vivían en sus zonas de pastoreo, sólo se quedaron los que vivían en el pueblo, poco a poco se oscureció totalmente, Diósoro suplicó a sus alumnos caminaran con cuidado, a lo lejos en la oscuridad vieron una luz, sin duda era una casita de pastores, los niños dijeron que ese lugar se llamaba “Uniunya”. De pronto uno de lo alumno cayó no se sabía dónde, y gritó desesperadamente, Diósoro desesperado prendió el fósforo y una ramas secas para ver, esperando lo pero…

En nuestro número anterior (en “Vientos de mi Provincia ‘La Unión’), habíamos publicado sobre las vivencias del joven Diósoro, egresado de San Marcos, con inquietudes socialistas, y que había sido relegado a  la comarca de Tecca, allí había sabido ganarse el aprecio de los pobladores, un día organizó una expedición de estudio con sus alumnitos a las desoladas lagunas de Huanso, ya en las lagunas, el profesor se había puesto a descansar, mientras tanto los alumnitos habían ingresado a las heladas aguas entablando un feroz combate con los ajuiyas (patos de laguna), a pedradas y los patos zambulléndose para ahogar a los niños, felizmente los niños se salvaron y lograron dar muerte a un pato.

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Diósoro, incitado por los niños, visitaron los canales de desaforo de Huanso para irrigar Huaynacotas, la noche lóbrega los había sorprendido en unos parajes inhóspitos (hasta aquí quedó nuestro anterior relato). Bueno, así es la historia, interesante por supuesto.

De pronto uno de los niños gritó desesperadamente y Diósoro, atemorizado prendió un fósforo para ver que había sucedido, felizmente el niño había caído a un canal incaico en desuso, y se había clavado con algunas espinas; en la oscuridad continuaron avanzando hacia la luz que se veía algo cercana, llegaron y Diósoro vio que era una estancia de pastores que se llamaba Uniunya, el pastor un hombre maduro, apenas si nos respondió nuestro saludo, se encontraba solo, al calor del fogón y con la débil luz de un mechero, Diósoro consultó su reloj vio que eran apenas las 8 de la noche. El campesino compartió su comida, que consistía en papas y habas, los niños con una confianza casi familiar se apretujaron alrededor del campesino, los niño explicaron en quechua los motivos de su presencia. Pero en general tanto los niños como el campesino eran de muy pocas palabras. El campesino llevó a Diósoro a una habitación amplia y muy alta, acomodó su fatiga y cansancio en unos abrigadores cueros de camélidos, los niños durmieron con el pastor en la cocina al calor del fogón y con los simpáticos e inofensivos cuyes que conviven con los campesinos.

Diósoro durmió plácidamente al amanecer medio dormido, sintió en la cara el cálido aliento de un ser vivo, sobresaltado buscó con las manos y se dio cuenta que estaba rodeado de ovejas, y que lo examinaban curiosamente. Diósoro salió rápidamente y ya había amanecido totalmente, los niños lo esperaban para seguir el retorno, se despidieron del campesino y continuaron su viaje, eran planicies cubiertos de ichu, y en ciertas partes roquedales, vertientes de agua con arbustos de lloque (arbusto espinoso de tallos durísimos), y restos de antiguas casas y andenes de los inkas; al cabo de media hora llegaron a la planicie de Tecca, pueblo silencioso casi deshabitado. Diósoro despidió a los niños, y como era sábado, asumió sus tareas habituales.

Ningún padre de familia le recriminó el cierto descuido con los niños, y le siguieron mostrando el mismo afecto; el joven profesor, por su parte trató de cumplir mejor con su trabajo.

Es un sabio ejemplo de bondad y buen corazón de mi querido amigo y profesor Diósoro. En esta época de peligros por doquier, este ameno relato sobrecogedor, nos hace reflexionar, profundamente, sobre la anhelada vida civilizada, y los riesgos constantes que corremos las personas en general, en cada instante de nuestra pasajera existencia.

MUNGUI: TIENE UN CERRO QUE SE LLAMA “PATRIA”

El pueblito de Mungui productor de frutales y maíz, a un paso de Cotahuasi, de clima cálido, hospitalario y laborioso. También tiene hazañas heroicas que contar de sus antepasados.


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Corrían las vísperas de la independencia de nuestra patria, cuando los españoles y sus servidores, comandados por el feroz Carratalá (fusiló a una indefensa mujer ayacuchana, doña María Parado de Bellido). Se dirigían a Ayacucho procedentes del Cuzco, para enfrentar al ejército libertador de Bolivar, fue así que iban en plan de expoliación e intimidación; se dirigían hacia Cotahuasi, pero fueron detenidos por los heroicos cotahuasinos al mando de sus improvisados capitanes y estrategas, los Gastelú, Vera, Castañeda y muchos otros; librándose la batalla de Supaypunco (lugar infernal). Se cuenta que los valerosos defensores fundieron las campanas para hacer cañones y de esta forma defender su pueblo y su patria.

Los españoles al no poder trasponer el mal paso de Supaypuncu, optaron por otro camino y ya no pudieron ingresar a Cotahuasi, fue así que tuvieron que seguir su camino, y tenía que pasar por Mungui, más éstos ya se habían posesionado de las alturas del cerro que se encuentra al lado del Teneccacca precisamente encima del camino, cuando los españoles pasaron por dicho lugar, fueron atacados por lo valientes munguinos, quienes les arrojaron enormes rocas desde lo alto, los españoles sufrieron grandes bajas tanto de sus sicarios como de su caballería, estos al no poder subir los cerros, siguieron su camino llegando a Mungui, algunos munguinos que se habían quedado, salieron a recibir a los españoles, con una procesión y así aplacar la ira de éstos, pero  los españoles, asesinaron a estos ilusos y necios e incendiaron todo el pueblo.

Carratalá continuó su viaje para medirse en los campos de La Quinua, en Ayacucho, con el ejército libertador, allí ningún jefe español murió; se rindieron y fueron embarcados a su patria por Bolivar.

(Este hecho se encuentra en los diccionarios históricos de Mendiguri y Tauro del Pino).

Mi amigo y colega Justo Aspilcueta Zanabria, valiente defensor de su pueblo, nos dice que les consta que esta elevación (el cerro “Patria”) lleva ese nombre, pues así también figura en los planos y mapas, y los lugareños lo llaman así. Además agrega que sería bueno que se colocara una placa, en recuerdo de estos heroicos hechos, no sólo aquí sino en todos los lugares históricos de nuestra patria.


ESTUDIOS ANTROPOLÓGICOS DE PUYCA

Distrito al Este de la provincia, a hora y media en vehículo desde ALCA, pueblo que debe encontrarse a unos 3 200 m de altura; uno de sus hijos el ingeniero Justo Pastor Totocayo Gárate, elegido y reelegido alcalde hace unos catorce años atrás, realiza grandes obras, dicen que “todo lo grande es hecho por la juventud” (¿?). Construye la carretera venciendo rocas y abismos, compra una oruga katarpillar, una camioneta, y seguramente realizó otras obras.


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Puyca es ahora un distrito optimista, tiene buenos restaurantes y sus habitantes hospitalarios, humildes y laboriosos. Tienen un colegio secundario. ¡Cómo un solo hombre puede cambiar la historia de un pueblo!

Por los años 80 un joven becario japonés hizo estudios antropológicos de este pueblo, el joven profesor Diósoro conversó con él y tomó apuntes que ahora los publicamos, con sumo agrado:

“Estoy analizando el pastoreo de camélidos en las punas y la vida social de los habitantes; creo que no hay estudios al respecto; por eso estoy viendo y observando, lo que más me ha gustado es el sistema de economía que es muy diferente a la economía capitalista; aunque por medio de la venta de la lana de alpaca están relacionados con el mundo capitalista”.

Aunque en  la economía de la vida diaria se conserva el sistema antiguo: el trueque, sobre todo con los agricultores; por ejemplo, en la época de cosecha, todos los pastores bajan a los pueblos agrícolas con sus mejores cargueros para trasladar las cosechas, a las asas de los agriculturas, y a la vez cambian lana, charqui (carne seca), por maíz y otros productos. La relación económica entre pastores y agricultores es  muy fuerte, socialmente se traduce en el compadrazgo, es un sistema para asegurar la amistad y por consiguiente la relación económica.


FIESTA DE PUYCA

El 4 y 5 de diciembre hacen la fiesta de Santa Bárbara y San Juan; todos los cargos que se hacen son de pastores, en esa fiesta bajan con sus mejores cargueros, adornados con jakimón (bonitas cuerdas en la cabeza del animal) y pecheras y esquilas (campanas apropiadas colgadas al pescuezo) y banderas, así como cintas de colores en
                                                                                   Catarata alto andina

las orejas y resaltando el color de las llamas con pinturas muy vistosas. Así los pastores realizan la procesión bastante pomposa, acompañados de sus animales; es interesante, pues a la fiesta invitan a los agricultores de Puyca, los que acogen con mucha simpatía a los pastores y luego los ayudan con el mallki (colaboración voluntaria para sufragar los gastos de la fiesta), es lo que se conoce como ayni (colaboración mutua).

De esta manera en el mundo andino los lazos económicos son más fuertes que los lazos consanguíneos. El ayni es una costumbre de nuestros ancestros y que felizmente se sigue practicando en el Perú andino.

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PROVINCIA DE CONDESUYOS

 CHUQUIBAMBA

Chuquibamba es la capital de la Provincia de Condesuyos. Tierra llena de historia que se remonta a miles de años, según los vestigios que se encuentran a cada paso y donde quiera que uno pueda voltear la mirada. Sin embargo hasta el momento no han podido hallarse documentos que permitan alguna certera luz sobre su fundación.

Apuntes publicados hace algunos años por el maestro y poeta chuquibambino Silvio Fernández Hernani, dan cuenta que cuando los españoles conquistaron el Perú, luego se desparramaron por todo nuestro legendario territorio, y llegaron hasta Arequipa en el año de 1 535, entre ellos Pedro de Alvarado, Juan Pizarro, Juan Becerril, Hernando Ponce de León y el capitán Pedro de los Ríos. Una pare de dicha expedición se trasladó a Chuquibamba, conformada por don Diego Peralta, el capitán Pedro de los Ríos y como Jefe Pedro de Alvarado y algunos soldados que no se especifica.

La expedición española encontró ya una ciudad constituida por los naturales del lugar y la cual estaba dividida en dos parcialidades: Anansaya la que quedaba a la derecha y Uninsaya la del lado opuesto, cada una de las cuales era gobernada por un Curaca. A partir de entonces la ciudad de Chuquibamba se fue constituyendo en una de las importantes de la región y hasta 1 950, cuando llegan las vías de comunicación, su predominancia fue tan importante que se convirtió en una especie de centro de expansión comercial y cultural del sur del país.

Durante muchos años en Chuquibamba, floreció la actividad del arrieraje como en ningún otro lugar del país. Los arrieros de Chuquibambinos que criaban especialmente sus recuas de mulas, se convirtieron en el mejor medio de transporte de larga distancia entre los pueblos del sur del país e incluso llegando a Bolivia y el norte de Argentina. Los arrieros llevaban especialmente  el aguardiente del valle de Majes y los vinos de San Juan de Churunga o de Cotahuasi que por entonces tenía una gran demanda entre la población. Cuando empezaron a llegar los primeros vehículos motorizados a Chuquibamba e Iray el arrieraje había llegado a su fin para convertirse a partir de entonces sólo en una leyenda del pasado.

La idiosincrasia del poblador chuquibambino nunca ha estado mejor expresada que en las canciones de sus artistas. De este modo, Chuquibamba ha sido siempre cuna de grandes maestros de la guitarra y tras el camino trazado por “Los Errantes” y “Los Trovas” le siguieron en este derrotero más de veinte conjuntos que han logrado gravar su música en forma profesional entre ellos “Los Galanes”, “Los Amantes”, etc.

También los Chuquibambinos han sido siempre muy católicos y prueba de ello es que cuentan con más de veinte templos e igual número de festividades religiosas importantes a lo largo de todo el año.

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En forma más reciente se ha confirmado un dato geográfico por demás importante y se trata nada menos de que el valle de Chuquibamba incluyendo el distrito de Iray, es el hundimiento más grande del planeta, y que en algún tiempo fue un inmenso lago que  al desbordarse dio paso a la creación del Valle de Majes.

Condesuyos Prehispánica

Dos prehistoriadotes arequipeños, Leonidas Bernedo Málaga y José María Morante, investigaban silenciosamente en os archivos y cristalizaban excavaciones arqueológicas en las ruinas y necrópolis prehispánicas. El primero descubrió las sorprendentes ruinas de Churajón y los principales centros arqueológicos de la provincia de Condesuyos, producto de estas investigaciones científicas es su difundida obra “La Cultura Puquina”. El segundo, en 1 938 exploró detenidamente los centros prehistóricos de la provincia de Condesuyos, en 1 941 dirigió las excavaciones arqueológicas de la necrópolis de Tres Cruces.

ARCATA

Se encuentra ubicado en las cercanías del distrito de Cayarani, provincia de Condesuyos, departamento de Arequipa, a una altitud de 4 600 msnm.  Gerhard Schroeder, excavó en un abrigo rocoso de las minas de Arcata, un basural arqueológico, encontrando en los diferentes estratos culturales, importantes instrumentos líticos, como puntas de proyectil, raspadores, cuchillos y perforadores. Schroeder calificó su descubrimiento como perteneciente al Ayampitinense II y calculaba la edad de los restos prehistóricos descubiertos entre 6000 y 4 000 años Antes de Cristo. Schroeder,  en 1 957 donó a la Universidad Nacional de San Agustín la colección lítica de Arcata, y de acuerdo al inventario consta los siguientes especimenes:

1.- Un núcleo
2.- Dos hachas de mano
3.- Cinco raederas
4.- Quince raspadores de formas diversas
5.- Un cincel
6.- Dos agujas
7.- Diecisiete puntas de proyectil de diversas formas.

PINTASAYOC

En las faldas precordilleranas del nevado Coropuna a una altitud de 2 500 msnm escondida en la quebrada del mismo nombre, se encuentra la gruta de Pintasayoc. Pertenece a la comunidad de Ispacas, que a su vez corresponde al distrito de Yanaquigua, provincia de Condesuyos, departamento de Arequipa. Fue la señorita Bertha Escobar quien nos informó sobre la trascendencia de  las pinturas rupestres de Pintasayoc, cristalizándose la Investigación arqueológica en diciembre de 1976.

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Jorge Isaac Febres Cateriano


La gruta está localizada aproximadamente a 15 kilómetros dirección Oeste de Ispacas. El área comprende una angosta quebrada agreste y desafiante que lleva agua solamente en los meses de lluvias torrenciales, manteniéndose en el resto del año completamente seca. A pesar de la aridez de la zona, se puede apreciar abundante vegetación arbórea y buena cantidad de pastos naturales. La gruta en mención está a una altura de 15 metros en relación a la cuenca. Tiene tres compartimientos muy llamativos y la sección principal mide 25 metros de abertura mayor. Esta última presenta un techo plano de forma triangular de color blanquecino, y precisamente en esta roca los hombres prehistóricos de Pintasayoc plasmaron una de las expresiones más sublimes del arte prehistórico de Arequipa.

Utilizaron pues el techo de la gruta para dejarnos el testimonio de su vida mágica pletórica de un mensaje eterno y con una policromía maravillosa, a base del rojo claro, rojo ocre, rojo sangre seca, el anaranjado, el verde y el blanco. Tenemos que recalcar que los centros prehistóricos de Arte Rupestre mejor conocidos son Toquepala y Sumbay, y en los dos casos las pinturas parietales tal como su nombre lo define, están plasmadas en las paredes laterales de las grutas mencionadas, pero el caso de Pintasayoc es radicalmente diferente, pues como ya hemos adelantado las pinturas prehistóricas fueron elaboradas en el techo de la gruta, más o menos como las pinturas rupestres europeas.

Las principales escenas corresponden a la caza de camélidos sudamericanos realísticamente expresados, que constituyen auténticos documentos para la reconstrucción de la vida activa del hombre prehistórico de Pintasayoc. Los camélidos fueron plasmados con tal belleza, que todavía se puede sentir el “quelquido” de los guanacos y los gritos destemplados de los cazadores que rodean a los camélidos.

ARQUEOLOGÍA DE CHUIQUIBAMBA

En febrero de 1943, Monseñor Leonidas Bernedo Málaga, rescató 42 mantos plumarios, de los 96, que se hallaban en el interior de cuatro grandes vasijas de puro Estilo Tiahuanacoide. Precisamente estos cántaros de Cara Gollete pertenecen “en forma sumaria al Estilo Atarco, salvo algunas peculiaridades locales”. (Menzel-1868). Estos restos arqueológicos fueron hallados en el valle interandino de Churunga, afuente del río Ocoña a 125 kilómetros de la ciudad de Chuquibamba, capital de la Provincia de Condesuyos. (Bernedo Málaga-1952).
                                                                       Cerámica estilo Collagua (Valle del Colca)


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Historia y Arqueología del Antiguo Perú II




XVII

ANÁLISIS DE LA CONQUISTA DEL PERÚ

La Conquista del Perú es uno de los acontecimientos de mayor importancia y trascendencia de nuestra historia y, a su vez, uno de los sucesos más sobresalientes de la Historia del Nuevo Mundo, debido, precisamente, a las consecuencias que se derivaron de él.

Se inicia tal hecho memorable cuando los españoles comandados por Francisco Pizarro (cuyo número no llegaba a 200), que habían invadido los territorios del Tawantinsuyo por la región Norte (Tumbes), procedentes de Panamá, se desplazaron rumbo a la ciudad de Cajamarca. Ciudad ésta que, entonces, es tomada militarmente el 16 de noviembre de 1 532, después de haber hecho prisionero a Atahualpa, último emperador del famoso imperio de los Incas. Posteriormente todos los territorios del Antiguo Perú serían conquistados e incorporados a los dominios de España.
Factores que impulsaron a la invasión y conquista del Perú:

Factor Económico:

Para poder explotar sus cuantiosas riquezas consistentes, mayormente, en oro y en plata, metales preciosos éstos que tanto abundaban en estas comarcas del Reino de los Hijos del Sol. 

Factor Político:

La ambición de España de encumbrarse a la categoría de primera nación de Europa. Este país Ibérico, culmina su acariciado ideal al intervenir resueltamente en la conquista y colonización de los más ricos territorios del Nuevo Mundo, sede, a su vez de los dos imperios más famosos de América Precolombina: el de México (Azteca) y el del Perú (Inca), los mismos que caen abatidos, uno tras otro, ante el empuje de los invasores peninsulares.

Factor Militar y Científico:

Uno de los factores decisivos es que los peninsulares contaban con armas y conocimientos bélicos muy avanzados. Un instrumento científico que, seguramente, bríndales valiosísima ayuda a los conquistadores fue la brújula tanto para sus travesías marítimas de exploración como para orientarse en las inmensidades de los territorios americanos.


Factor Religioso:

Desde la iniciación de los Grandes Descubrimientos Geográficos se advierte el extraordinario interés de la iglesia por la difusión del cristianismo. Tal ideal cristalizase gracias, precisamente, a la obra de España, nación eminente católica, y, sobre todo, debido a la abnegada y fecunda labor de sus misioneros, muchos de los cuales alcanzaron celebridad como mártires de esa brillante pero sacrificada labor evangelizadora, y, asimismo, como valerosos defensores de la población nativa, frente a los abusos cada día más crecientes de los peninsulares.

Transplante de la Cultura Española al Perú:

España trae los elementos de la cultura occidental en general y de cultura en particular, tales son por ejemplo, nuevos conocimientos intelectuales (científicos, literarios, filosóficos) transmitidos a través de 4 elementos básicos:
El idioma castellano
La escritura fonética
El papel
La imprenta
Transplanta nuevas instituciones políticas:
El gobierno monárquico absolutista, en la forma de Virreinato y el cabildo, Institución que regía una ciudad, constituido por 2 alcaldes y varios Regidores.
Trae la evangelización a través de las misiones de los religiosos dominicos, mercedarios, agustinos, franciscanos y jesuitas. Se les convertía a los indígenas al cristianismo usando su propia lengua.

Además España trae nuevos productos agrícolas como los cereales (trigo, cebada, arroz, hortalizas, legumbres, etc. caña de azúcar, café y olivo; flores como rosas y jazmines; transplanta nuevos animales domésticos: vaca, buey, cerdo, oveja, gallinas, en cuanto a elementos técnicos tenemos: el torno, la pólvora, el vidrio, etc. y la moneda metálica, elemento básico para el comercio.
  
El Monopolio Español:

España estableció desde los primeros momentos de la Colonia, el monopolio comercial, por el cual sólo ella podía comerciar en forma cerrada y exclusiva con sus colonias, estando prohibido hacerlo con otras naciones europeas e incluso entre las mismas colonias (México y Perú); Felipe II precisa en 1 561 los únicos puertos de entrada y salida en España (Cádiz y Sevilla) y en América (Veracruz, Callao, Cartagena y Portobelo).

Para evitar y sortear los ataques de buques piratas, 2 veces al año, zarpaban de Sevilla, 2 barcos mercantes custodiados por 2 navíos de la Armada Real; este monopolio, en realidad perjudicó económicamente el desarrollo industrial de España y sus colonias; como antagonismo, surge el contrabando o comercio ilícito efectuado por ingleses, franceses, holandeses y portugueses. Recién en 1 778, Carlos II decreta el "Comercio Libre" en nuevo sistema comercial, al ver crítica la economía española.

La Fundación de Lima y Otras Ciudades:

Dejando en el Cuzco una regular guarnición al mando de su hermano Gonzalo, mientras enviaba a su socio Almagro a Quito, Francisco Pizarro salió del Cuzco con el objeto de fundar una ciudad que fuera la capital de su gobernación, pues él y sus huestes pensaban quedarse en el Perú para realizar la importante obra de colonización. Llegó nuevamente al valle del Mantaro y en el pueblo indígena de Hatun Jauja fundó la ciudad española de Jauja.

A los pocos meses los vecinos encontraron que el sitio no era muy apropiado, pues las nuevas plantas traídas de España no daban buenos frutos y los animales no se reproducían, pidiéndole que trasladara la capital a un lugar en la costa. Pizarro ordenó dirigirse al pueblo y santuario indígena de Pachacámac, para reconocer los curacazgos de Lurín y Mala, la fortaleza del Huarco (Cañete) y el señorío de Chincha. Estando en Pachacámac Pizarro comisionó a los españoles Ruy Díaz, Juan Tello y Alonso Martín de Don Benito para que inspeccionaran las tierras del curaca del Rímac en busca de un mejor lugar para fundar la capital de su Gobernación.

Los comisionados recibieron una buena impresión al llegar al valle. Lo encontraron poblado de varios señoríos a la redonda, con buenas tierras bien sembradas, abundancia de agua y leña y cerca de un buen puerto natural para el anclaje de las naves que los comunicaran con Panamá. Con tan buenas noticias regresaron a Pachacamac y Pizarro ordenó inmediatamente el traslado al nuevo lugar. El lunes 18 de enero de 1 535 Francisco Pizarro procedió a la solemne fundación de la ciudad capital de su Gobernación en el pueblo indígena de Lima. La ceremonia se realizó en el lugar que sería su plaza mayor, llamada después la residencia de los gobernantes del Perú, la Iglesia Mayor o Catedral y el local del Cabildo.

Otras ciudades fundadas por los españoles fueron Trujillo, Saña, Ica, Chincha, Tarma, Arequipa, Huancavelica, Huamanga (Ayacucho), etc.

 Infelizmente en el Perú, en pleno año 2 008 todavía existen gentes que les echan la culpa a los españoles de todos los males ocurridos en el Perú. Pareciera ser que estas personas no razonan que el hecho de la conquista del Perú fue una situación histórica de hace más de 500 años y que los procesos históricos del encuentro de dos pueblos siempre han sido trashumantes y violentos. Sin embargo los problemas sociales, económicos y políticos de los peruanos de ninguna manera tienen como consecuencia un hecho de hace 5 siglos, son otra serie de situaciones que han traído la pobreza actual del Perú. Es necesario cambiar el discurso chauvinista y patriotero que no hace más que confundir a las personas. Sobre la conquista del Perú podemos decir a manera de conclusiones:

Que medio Perú estuvo feliz por la muerte de Atahualpa, estábamos convencidos de la legitimidad de Huáscar y el asesinato de Atahualpa fue visto como una señal de justicia sobre el inca rebelde.

Que muchos pueblos del Perú vieron en Francisco Pizarro al héroe que los liberaría del yugo inca, creyeron que los españoles traerían un mejor destino sobre sus localidades y los apoyaron política y militarmente en el proceso de vencer a los incas.
Que gran parte de los mismos incas transaron con los españoles a cambios de privilegios y prebendas, que no hubo unidad de parte de los mismos incas y esto facilitó enormemente la conquista.
  

Que los peruanos actuales descendemos tanto de la línea indígena como española, y la única forma de entendernos como nación es reconocer el valor de nuestras vertientes y tratar de unir lo mejor de cada cultura a fin de recorrer el futuro juntos como una nación que ha de sentirse orgullosa por sus orígenes, como alguna vez escribió un autor peruano: "...De no haber sido poeta, quizás hubiese sido un blanco aventurero o un indio emperador...". (René Gabriel Yépez Huamán). 

La Conquista del Perú, la captura del Inca Atahualpa, el día que acabó el Tahuantinsuyo o Imperio de los Incas, el 16 de noviembre de 1 532, cómo afectó el oro y la plata del Perú en la economía europea.

EL DÍA QUE ACABÓ EL TAHUANTINSUYO

Cajamarca, 16 de Noviembre de 1532. Los españoles pasaron la noche a la vista del Real de Atahualpa y en constante guardia temiendo un ataque sorpresivo, sin embargo nadie los molestó. Al día siguiente, al atardecer, Atahualpa se decidió a entrar al pueblo. Precedieron al Inca unos cuatrocientos hombres, todos con vestimentas iguales, cuya misión era limpiar de piedras y pajas el camino, quince jinetes, en el segundo estaba Soto con quince o dieciséis caballos, en el tercero se situaba un capitán con otros tantos soldados mientras Francisco Pizarro con veinticinco efectivos de a pie y dos o tres jinetes esperaban en un galpón. En medio de la plaza, en una fortaleza que probablemente era un usno (especie de trono) estaba el resto de la gente con Pedro de Candia y ocho o nueve arcabuceros más un falconete.

Pedro Pizarro, al narrar los episodios de Cajamarca, señala que hasta entonces los españoles no habían luchado contra los naturales y no sabían cómo se enfrentaban en la guerra pues los acontecimientos de Tumbes y de La Puná eran meras escaramuzas. Según este cronista, el gobernador dividió su gente de a caballo en dos partes, comandadas por Hernando Pizarro y por Soto, respectivamente. Pedro de Candia y unos cuantos soldados fueron apostados en la pequeña estructura en medio de la plaza.

Lenta y pausadamente entró el Inca a la plaza después de que sus soldados la ocuparan parcialmente y se sorprendió de hallarla vacía. Al preguntar por los españoles le dijeron que de miedo permanecían escondidos en los galpones. Entonces, con mucha solemnidad, avanzó el dominico Valverde con una cruz entre las manos, acompañado por Felipillo el "lengua", y pronunció el requerimiento formal a Atahualpa de abrazar la fe católica y servir al rey de España, al mismo tiempo que le entregaba el evangelio. El diálogo que siguió es narrado de modo distinto por todos los testigos; es posible que la tremenda angustia vivida en esos instantes impidiera recordar después las frases exactas que se cruzaron entre los diversos actores de la tragedia.

 Tras el Inca, y en otras andas, era llevado el señor de Chincha. En ese momento el gobernador vaciló no sabiendo cuál de los dos era el soberano, sin embargo, ordenó a Juan Pizarro dirigirse hacia el curaca, mientras él y sus soldados avanzaron en dirección al Inca.

A una señal de Pizarro el silencio cargado de amenazas que envolvía la plaza se transformó en la más tremenda de las algaradas. Estallaron el trueno, el estampido del falconete, y retumbaron las trompetas, era el aviso para que los jinetes salieran al galope de los galpones. Sonaban los cascabeles atados a los caballos, disparaban ensordecedores los arcabuces; los gritos, alaridos y quejidos eran generales. En esa confusión los aterrados indígenas, en un esfuerzo por escapar, derribaron una pirca de la plaza y lograron huir. Tras ellos se lanzaron los jinetes, dándoles alcance y mataron a los que pudieron, otros murieron aplastados por la avalancha humana.

Mientras tanto Juan Pizarro se abalanzó en dirección del señor de Chincha y lo mató en sus mismas andas. Por su parte Francisco Pizarro con sus soldados masacraban a los indígenas que desesperadamente sostenían el anda del Inca, caían unos y eran reemplazados por otros. Al ver la situación, un español sacó un cuchillo para victimar a Atahualpa, pero Pizarro se lo impidió, saliendo herido en una mano y ordenando que nadie tocase al Inca. Por fin, los españoles asidos a un costado del anda lograron ladearla y cogieron al soberano.

Al caer la noche aquel aciago 16 de noviembre de 1 532 había terminado para siempre el Tahuantinsuyu, el Sapa Inca estaba cautivo y con su prisión llegaba a su fin la autonomía del Estado indígena. Desde ese momento, cambios trascendentales transformaron el ámbito andino, cambios que no sólo afectaron a los naturales, sino que produjeron profundas consecuencias en Europa.

Pedro Pizarro señala en su crónica que hasta el memorable día de Cajamarca, los españoles no habían combatido a los naturales fuera de unas cuantas escaramuzas en Tumbes y La Puná. En ningún momento del recorrido desde la costa hasta el real de Atahualpa habían hallado los españoles el menor estorbo; muy al contrario, en todo momento les fueron ofrecidos guías y víveres de los depósitos estatales. Atahualpa no cayó ante una guerra abierta, lo que aconteció fue una atrevida y audaz emboscada.

La economía europea se vio afectada por el impacto del arribo de los enormes contingentes de oro peruano, y más adelante por la adaptación de la papa, tubérculo que permitió el crecimiento demográfico europeo y acabó con el hambre que periódicamente amenazaba al viejo continente cada vez que menguaban las cosechas.

¿Quién fue Diego de Almagro? Semblanza novelada…

“Vete, e ayúdate Dios en tu Ventura”

Impresiona el ojo ausente, tapado con un paño de seda negra que le cruza el rostro, en aquel tipo de cabeza algo grande y alargada, como de mula, que hoy avanza montado en un brioso caballo por una de las estrechas y populosas callejuelas de piedra de la ciudad del Cuzco, envuelto en una señorial capa finamente bordada en oro. Un indio vestido con gorro y poncho aimaraes, y por debajo bombachas de soldado, trota a pie, dos metros adelante, agitando un escudo de cuero ovalado y una larga pica.
- ¡Paso al Adelantado! ¡Paso al Adelantado! –grita en español.

 -        ¡Paso al Adelantado! ¡Paso al Adelantado! –grita de nuevo, ahora en quechua.

Los indígenas, arropados en sus mantas multicolores, cargados de mercancías o de niños, se escabullen por los rincones más oscuros al oír los gritos del criado y los ruidosos cascos de la bestia.

Los españoles le abren paso con presteza, lo miran hacia lo alto, y lo saludan a gritos entre la brisa helada de la cordillera.

-¡Ea, hola, Don Diego!
-Buen día, Sumercé, buen día!
-¡Don Diego de Almagro, mi Dios le otorgue sus bendiciones!
El criado brinca y gesticula con la adarga y la pica. El caballo caracolea. Las espuelas tintinean.

Esta es una bella introducción, algo novelesca, que nos regala el periodista, escritor y académico chileno Juan Jorge Faundes, sobre Don Diego de Almagro, el Adelantado del Sur, socio de  Don Francisco Pizarro y del clérigo Don Hernando de Luque. Prosigamos, bajo la venia del benévolo lector:

Mientras Don Diego se siente henchido de satisfacción y goza en lo más profundo de su espíritu el placer de sentirse admirado, amado y temido, uno de los indígenas se acerca con disimulo al criado e intercambia con él un conjunto de cuerdas de diferentes colores, anudadas en diversas partes, y desaparece como un soplido de viento entre las sombras de las casas.

-¡Felipillo! –Grita Almagro cuando se detienen ante el portal de una casona de piedra muy pulida en la base y más tosca hacia arriba-. ¡Felipillo! ¡Alimenta, baña y acaricia a esta bestia tan noble! ¡Con especial cuidado esta vez, muchacho, mira que mañana le espera el comienzo de un largo, muy largo y penoso viaje!

-¡A la orden, mi Señor, a la orden, Sumercé, Don Diego! –dice Felipillo con estudiados gestos de domesticación-. ¡Su caballo será tratado por mí como si fuera un príncipe consentido!

Felipillo sabe, porque muchas veces ha escuchado la historia de los propios labios de su señor, cuando lo relata a sus oficiales o las mujeres que se lo preguntan, que perdió el ojo hace diez años en una feroz batalla sostenida en las costas cercanas a Panamá, más allá del Chinchaysuyo, la Región del Norte, con familias de esas tierras que se resistían a la invasión de estos sangrientos extranjeros. Le fue vaciado de un certero flechazo por los habitantes del pueblo quemado, algunas leguas al sur de Tierra Firme, región situada entre las actuales Nicaragua y Venezuela, cuando un día de marzo de 1 525 llegó a ese lugar de lluvias perpetuas, también llamado Puerto de Las Piedras, en un barco pequeño y con cincuenta hombres a bordo. El, que se preciaba de tener ojos de águila, pasaba días enteros en el puente, o asomado por la borda de cubierta, horadando la costa en busca de signos de algún velero. Buscaba a su socio el capitán Francisco Pizarro, quien había pasado por allí semanas antes en un buque mayor, con 112 hombres, algunos perros, cuatro caballos y dos canoas. Pizarro bautizó ese lugar como Pueblo Quemado, pues ante su presencia, los indígenas quemaban sus chozas y cultivos y se alzaban.

Jamás olvidará Almagro el horrible dolor que lo invadió como un rayo y lo sacudió desde la cabeza a los pies, cuando, tras haber bajado a la playa con unos pocos hombres para capturar a las indias, un dardo se le clavó con un golpe seco bajo la visera y lo arrojó de espaldas al suelo. En esa posición, el filo de una lanza le cercenó tres dedos de la mano derecha. Las mujeres habían desaparecido selva adentro, pero centenares de hombres pintarrajeados y profiriendo alaridos de guerra, lo rodeaban erizados de armas punzantes y cortantes. Buscaban un espacio entre las piezas de la armadura para asestar el pinchazo de gracia. Sus soldados se habían replegado hacia la playa y creyó que la hora de su muerte había llegado.

Pensó en la hermosa y tierna Ana Martínez, aquella joven india de las vecindades del Darién, madre de su hijo Diego, a quien ella criaba en su hacienda de Castilla del Oro. Recordó su propia y ya lejana niñez en la provincia española de Ciudad Real, en la región de la Mancha. Allí, en las villas de Bolaños y Aldea del Rey, lo crió Sancha López del Peral, para, así se creía entonces, salvar el honor de su madre. Esta, Doña Elvira Gutiérrez, miembro de una familia de campesinos, lo tuvo secretamente, siendo soltera, pues su novio, Juan de Montenegro, copero del maestre de Calatrava, le había prometido matrimonio, pero exigió dinero para consentir en casarse cuando se enteró de que iban a tener un hijo.

Nacido así en la villa de Almagro en 1 479, Diego fue entregado a Sancha López del Peral, con quien vivió hasta los cuatro o cinco años. Después lo crió un tío, hermano de su madre, hombre rudo y de pensar rígido que le propinaba frecuentes castigos por sus travesuras, e inclusive le ponía cepos en los pies. En aquellos años tuvo oportunidad de conocer a su verdadero padre, única persona de la que recibió afecto. Pero muy luego, su progenitor murió.

Diego rompió entonces todo vínculo con su villa natal, huyó del lado de su tío y se transformó en aventurero. Tenía ya catorce o quince años. Es probable que haya vivido en Sevilla, uno más entre la multitud de niños vagos que pululaban por los muelles del río Guadalquivir y los mercados, trabajando o robando. Falto de apellido, adoptó el de su villa natal.

El último recuerdo de su madre lo remonta a Ciudad Real, capital de la provincia del mismo nombre. Era 1 493, estaba todavía en plan de fuga y, rumbo a Sevilla, pasó por aquella ciudad, donde su madre vivía casada ahora con un señor de posición, y se le acercó furtivamente a solicitarle ayuda.

-Toma, hijo, y no me des más pasión –le dijo la mujer dándole un pan y algún dinero-. Vete, e ayúdate Dios en tu Ventura.

Tenía 35 años cuando el destino lo hizo mirar hacia las Indias Occidentales. Había alcanzado un envidiable puesto de criado de don Luís de Polanco, Alcalde de Sevilla y miembro del Consejo de Castilla, cuando se vio envuelto en una pelea y acuchilló a un rival. Aunque era criado del Alcalde, temió ser sometido a juicio y se fugó.

Poco después, con ayuda secreta de su amo, logró ser autorizado por la Casa de Contratación, como uno de los mil quinientos hombres reclutados para la armada, compuesta por 17 navíos, que el rey Fernando el Católico enviaba a Tierra Firme al mando del nuevo Gobernador, don Pedro Arias Pedrarias Dávila. Entre esos mil quinientos iban 300 contratados por la corona, y el resto eran caballeros en busca de fortuna y colonos, quienes pretendían instalarse en forma sedentaria.

El 30 de junio de 1 514, Diego de Almagro llegó a la ciudad de Santa María la Antigua del Darién, como nuevo colono. Había allí unas cien casas habitadas por unas dos mil personas, quinientos españoles más sus indios e indias del servicio. Había sido fundada en 1 509 en el extremo meridional de las costas caribeñas del istmo centroamericano. Con el arribo de Pedrarias y su muchedumbre de nuevos pobladores, Santa María la Antigua del Darién sufrió un impacto demográfico. Cuadruplicó su población de hispanos.

El nuevo colono Almagro construyó una casa y participó en las cabalgadas o empresas económico-militares, con algunos capitanes como Francisco de Ballejos, Gaspar de Morales, Vasco Núñez de Balboa y Luís Carrillo. Las cabalgadas consistían en tomar por asalto una aldea de aborígenes y apoderarse del oro y cuanta riqueza pudieran encontrar, así como de hombres y mujeres para vender como esclavos. Con su parte en la repartija del botín y de las utilidades de la venta de indios, Almagro acumuló capital que fue invirtiendo en la agricultura y la ganadería.

Estos trabajos, que realizó como peón o soldado de infantería, hasta que pudo comprarse un caballo y armas, equipos que por su escasez estaba muy sobre valorado en Tierra Firme, le valieron su fama de excelente rastreador y cazador de indios. De las utilidades de las cabalgadas correspondía al Rey un quinto, el llamado quinto real, más lo cobrado como comisión por los gobernadores, en este caso Pedrarias, por autorizar las incursiones. El resto se repartía entre el capitán y sus hombres. Por lo general, los capitanes descontaban los demás costos de la expedición –víveres, vestuarios, herramientas- y guardaban como ganancia el doble de lo que pagaban a cada uno de sus hombres. Había quienes, como el capitán Francisco Pizarro, pagaban más a los caballeros y menos a los peones, y retribuían con especial generosidad los actos de valentía y el buen trabajo.

Con el tiempo, Almagro se asoció con el capitán Francisco Pizarro y el cura Hernando de Luque, en una empresa llamada Compañía del Levante y organizaron ellos mismos cabalgadas y ventas de mercancías e indios, y prestaron servicios comerciales para pertrechar las empresas de otros capitanes. Así, cuando en 1 524 organizaron el primer viaje al sur, eran hombres ricos. Almagro tenía 20 indios en la isla Taboga, parte del repartimiento* de Chuchama que compartía con Pizarro, y 80 indios del cacique Tufy, que compartía con el cura. Además era dueño de otros indios y ganados en Darién, así como de una mina en el río Chagres, con tres cuadrillas de esclavos y de indios.
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*Los repartimientos o encomiendas eran concesiones de indios hechas por el rey a los conquistadores españoles.

De pronto, Juan Roldán y un esclavo negro se abrieron paso entre una lluvia de dardos, lanzas y piedras, cubriéndose con rodelas –pequeños escudos redondos- y lo protegieron propinando golpes de espada con brazos que giraban como aspas. Fue entonces cuando los replegados y otros que saltaron desde el navío, contraatacaron con una embestida feroz. El campo quedó cubierto de cadáveres de indígenas y el pueblo donde vivían, incendiados.

Juan Roldán y el esclavo lo arrastraron a la nave para curarlo de las heridas, lo amarraron y sujetaron como a una fiera y le cauterizaron la cuenca vacía y los muñones de los dedos con un hierro al rojo y aceite caliente. Al primer contacto del metal ardiente vomito el alma y se desmayó. Quedó varios días inmovilizado en una cama de ramas. Cuando estuvo repuesto, y para que lo sufrido no fuera en vano, decidió seguir recorriendo la costa hacia el sur e intentando no hostigar a los naturales que había en cantidades y en multitud de poblados.

Durante semanas recorrió bahías y ríos. Iba todavía en plan de exploración o descubrimiento, y no de conquista, para lo que necesitaba mayores recursos. Por eso, para ganarse su confianza, los jefes indígenas eran invitados a conocer el barco y se hacían presentes mutuos e intercambiaban mercancías. El oro, en objetos y en grandes madejas de hilo, producto del trueque, se acumulaba en las bodegas. El 24 de junio, día de San Juan, descubrió un gran río, bautizado con ese nombre. En la amplia desembocadura había cultivos y muchos habitantes. Fue la última etapa de esa expedición y regresó a Panamá, en cuyas cercanías Pizarro lo esperaba, tras haberse vuelto desde Puerto Quemado.

Pizarro estaba en el caserío indígena del cacique Chuchama, el mismo que en sociedad con Almagro le pertenecía por repartimiento. Allí se había quedado para sanar sus heridas y las de sus hombres, reponerse de las penurias del viaje, y ver si Almagro había tenido mejor suerte en conseguir oro para pagar al gobernador Pedrarias, de modo que siguiera autorizándoles el monopolio de las futuras incursiones de la Compañía del Levante.

Un testigo escribirá más tarde una Crónica Rimada del encuentro de los dos socios EN Chuchama, ocurrido en la primera quincena de septiembre de 1 525, narrando la alegría de Pizarro al recibir a Almagro:

Los brazos abiertos con él se juntó
llorando de amor y grande amistad,
porque yo digo diciendo verdad
que amor como el de ellos ninguno se vio.

“No era para menos su alegría”, dirá un historiador en un lejano futuro: “Almagro en sus andanzas había salvado la empresa con el oro encontrado y con el descubrimiento del río San Juan”.

Don Diego solía ocultar la falta del ojo con parches de paño negro. Pero en los combates, lucía sin pudor y con fiereza aquel hueco de carne viva, para infundir espanto a los enemigos.

Ahora, en la intimidad de su monumental casa de piedra, en la capital inca del Cuzco, se quita el ligero parche.

-¡Malgarida”-grita.

El bramido, propio de quien está acostumbrado a gritar las órdenes entre el fragor de tormentos y estridentes batallas, no desentona con su apariencia general. La cabeza, aunque grande, no parece desproporcionada. Al contrario, bien puesta entre sus hombros anchos y brazos musculosos agigantados por la armadura, es la de un guerrero.

-¿Dónde os habéis escondido, Malgarida? –vuelve a rugir con una bocaza apropiada al vozarrón.

Su maxilar superior es prominente y remata en poderosos dientes que muestra cada vez que habla, se enfada o ríe. Entre la cuenca vacía y su único ojo, sobresale una nariz fina y más larga que lo común. Rápidos cambios de color en su frente y mejillas, que van del dorado al rojo y del rojo al violeta, denuncian un carácter voluble, de veloz paso entre el ánimo alegre o sereno, y una cólera visceral que irrumpe como la explosión de un barril de pólvora. La barba corta y entrecana oculta un hoyuelo en uno de los carrillos, del que emana una poderosa corriente de simpatía. Los dedos de menos en la mano derecha, no le impide ser un feroz gladiador en las luchas cuerpo a cuerpo. Ni tampoco un extraordinario amador.

Un hermoso ejemplar de hembra de raza negra de edad indefinible, llega jadeante y sudando. Viste una colorida túnica confeccionada con telas quechuas, que la cubre desde el cuello a los tobillos.

-Aquí estoy, Don Diego. No os impacientéis, Sumercé. Cocinaba para vos, mi amado señor –dice gesticulando y con voz compungida.

-¡Ah, Malgarida! –replica Diego de Almagro, enternecido-. ¡Qué haría yo sin vuestra piedad hacia este humilde soldado!

- No exageréis, mi señor. Obediencia y servicio os debo desde que me comprasteis. Y obediencia y servicio os daré hasta mi muerte, aunque me otorguéis la libertada

-Sois magnífica, Malgarida –sonríe Don Diego envolviéndola con la cálida mirada que emanaba de su ojo sano-. Magnífica. Ninguna de las Vírgenes del Sol que he conocido posee las gracias con las que Dios os bendijo.

La mira en silencio por largo rato.

-Preparad nuestros baúles –dice-. Al amanecer nos iremos a esas provincias que los indios llaman Chili.
_________________
Fuentes: FAUNDES, Juan Jorge. Diego de Almagro, El Adelantado del Sur. Santiago de Chile, Zi-Zag, 1 994.

Huancollo de Bellido, Domitila. Historia del Perú II. Arequipa-Perú. UNSA, 2 005.

FEBRES CATERIANO, Jorge Isaac. Historia y Arqueología del Antiguo Perú II. Arequipa-Perú, Imprenta Copy Star. Calle Universidad, 2 012.