lunes, 17 de enero de 2011

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RABÍ DE GALILEA

Por Jorge Isaac Febres Cateriano

Profetas hubo muchos en el mundo,

que enseñaron del Hombre en beneficio,

principios del sentido más profundo

de moral, de virtud y sacrificio.

Profetas que dolores sin segundo

sufrieron por raer del orbe el vicio,

cuyo fruto fue estéril o fecundo

si el terreno fue adverso o bien propicio.

Y alguno hasta quizás que dio su vida

por borrar de la tierra corrompida

del pecado y el mal los viejos yugos;

mas ninguno murió, ¡Señor!, de cierto,

con los brazos de par en par abiertos,

como Tú, perdonando a tus verdugos!




EL ISCARIOTE



I

Y Jesús dijo en la postrera Cena:

-“De cierto os digo que seré vendido

por uno de vosotros” – Y embebido

en vino dióle el pan de flava avena

a Judas Iscariote. – “Y La faena

que has de hacer, hazla presto”.- Enmudecido

el Apóstol partió do el Maldecido

y pactó la fatídica treintena…

Y al colgarse del árbol, a la Luz

se encaró por vez última y el viento

le oyó decir: “Señor, un pensamiento

me consuela al bajar a lo Profundo:

Si por mí no murieses en la Cruz

¿cómo podrías redimir el Mundo?”

II

Mas, Jesús, al mirar tanta osadía,

contempló con piedad al desdichado,

recordando, de angustia traspasado,

que había que cumplir la Profecía.

Y al Padre una oración en el aquel día

levantó: “Padre, aparta de mi lado

este Cáliz, mas si esto no te es dado,

haré tu Voluntad y no la mía”.

Y Judas se volvió meditabundo

y al mirar tan inmensa desventura

contestóle con máxima dulzura:

“Dejar debiste que se pierda el Mundo

o para otro felón tu felonía:

mas, si aun pides perdón… te lo daría”!



EL ARCA DE NOÉ



De dos en fondo y a pie

formando cola, cabales,

penetran los animales

en el arca de Noé.

Marcha el león a la cabeza

de la larga caravana

con la calma soberana

que conviene a su realeza.

Sigue el tigre que se enarca,

de vez en cuando haciendo alto,

como queriendo de un salto

zamparse dentro del arca.

Más atrás el oso, solo,

algo cojo de una pata

por la larga caminata

desde los lindes del polo.

Después, el buey con pereza

y por contraste la ardilla

bailando una seguidilla

con su habitual ligereza.

El burro, cogitabundo

y rebuznando a intervalos,

medita en todos los palos

que le darán en el mundo.

El gato marcha contento

jugando con el ratón

con la segunda intención

de volverlo condimento.

El gallo a la relancina,

tomándolo todo a broma,

echa un canto en cada loma

y una rueda a la gallina.

Hace el mono a toda prisa,

bellaco de tomo y lomo,

visajes y muecas como

si fuese cosa de risa.

Con balido lastimero

temblando el cordero avanza

por el brillo en lontananza

del hacha del carnicero.

El cerdo reacio a todo,

gruñe como un condenado

pensando solo el cuitado

en revolcarse en el lodo.

Siguen el loro y el tordo

y demás volatería

metiendo una algarabía

capaz de aturdir a un sordo.

Cerrando la caravana

silva la astuta serpiente

hincando el agudo diente

en una hermosa manzana.

Quien triste, quien satisfecho

van así los animales,

unos rumiando sus males

y otros su propio provecho.

La ballena, la corvina,

el pulpo, raya y lenguado

no acudieron al llamado

como cualquiera adivina.

Del gavilán al conejo

los demás de tierra y aire

ninguno incurrió en desaire

por conservar el pellejo.

Cuando todos poco a poco

fueron por fin dados de alta,

grita el zorro: Falta, falta,

¿Falta quién?... ¡El gonococo!

¿Falta?... No falta y lo pruebo

que no se trata de olvido,

porque a ese bicho bandido

lo llevo dentro de un huevo!

- ¿De gallina?...- Claro está:

y cállese el mentecato

porque aunque fuese de pato

el caso a lo mismo da.

Por fin el arca se cierra

después de tanto alboroto

y el Diluvio, el cielo roto,

cubre la faz de la Tierra.

Arequipa, 17 de enero de 2011.

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