RABÍ DE GALILEA
Por Jorge Isaac Febres Cateriano
Profetas hubo muchos en el mundo,
que enseñaron del Hombre en beneficio,
principios del sentido más profundo
de moral, de virtud y sacrificio.
Profetas que dolores sin segundo
sufrieron por raer del orbe el vicio,
cuyo fruto fue estéril o fecundo
si el terreno fue adverso o bien propicio.
Y alguno hasta quizás que dio su vida
por borrar de la tierra corrompida
del pecado y el mal los viejos yugos;
mas ninguno murió, ¡Señor!, de cierto,
con los brazos de par en par abiertos,
como Tú, perdonando a tus verdugos!
EL ISCARIOTE
I
Y Jesús dijo en la postrera Cena:
-“De cierto os digo que seré vendido
por uno de vosotros” – Y embebido
en vino dióle el pan de flava avena
a Judas Iscariote. – “Y La faena
que has de hacer, hazla presto”.- Enmudecido
el Apóstol partió do el Maldecido
y pactó la fatídica treintena…
Y al colgarse del árbol, a
se encaró por vez última y el viento
le oyó decir: “Señor, un pensamiento
me consuela al bajar a lo Profundo:
Si por mí no murieses en
¿cómo podrías redimir el Mundo?”
II
Mas, Jesús, al mirar tanta osadía,
contempló con piedad al desdichado,
recordando, de angustia traspasado,
que había que cumplir
Y al Padre una oración en el aquel día
levantó: “Padre, aparta de mi lado
este Cáliz, mas si esto no te es dado,
haré tu Voluntad y no la mía”.
Y Judas se volvió meditabundo
y al mirar tan inmensa desventura
contestóle con máxima dulzura:
“Dejar debiste que se pierda el Mundo
o para otro felón tu felonía:
mas, si aun pides perdón… te lo daría”!
EL ARCA DE NOÉ
De dos en fondo y a pie
formando cola, cabales,
penetran los animales
en el arca de Noé.
Marcha el león a la cabeza
de la larga caravana
con la calma soberana
que conviene a su realeza.
Sigue el tigre que se enarca,
de vez en cuando haciendo alto,
como queriendo de un salto
zamparse dentro del arca.
Más atrás el oso, solo,
algo cojo de una pata
por la larga caminata
desde los lindes del polo.
Después, el buey con pereza
y por contraste la ardilla
bailando una seguidilla
con su habitual ligereza.
El burro, cogitabundo
y rebuznando a intervalos,
medita en todos los palos
que le darán en el mundo.
El gato marcha contento
jugando con el ratón
con la segunda intención
de volverlo condimento.
El gallo a la relancina,
tomándolo todo a broma,
echa un canto en cada loma
y una rueda a la gallina.
Hace el mono a toda prisa,
bellaco de tomo y lomo,
visajes y muecas como
si fuese cosa de risa.
Con balido lastimero
temblando el cordero avanza
por el brillo en lontananza
del hacha del carnicero.
El cerdo reacio a todo,
gruñe como un condenado
pensando solo el cuitado
en revolcarse en el lodo.
Siguen el loro y el tordo
y demás volatería
metiendo una algarabía
capaz de aturdir a un sordo.
Cerrando la caravana
silva la astuta serpiente
hincando el agudo diente
en una hermosa manzana.
Quien triste, quien satisfecho
van así los animales,
unos rumiando sus males
y otros su propio provecho.
La ballena, la corvina,
el pulpo, raya y lenguado
no acudieron al llamado
como cualquiera adivina.
Del gavilán al conejo
los demás de tierra y aire
ninguno incurrió en desaire
por conservar el pellejo.
Cuando todos poco a poco
fueron por fin dados de alta,
grita el zorro: Falta, falta,
¿Falta quién?... ¡El gonococo!
¿Falta?... No falta y lo pruebo
que no se trata de olvido,
porque a ese bicho bandido
lo llevo dentro de un huevo!
- ¿De gallina?...- Claro está:
y cállese el mentecato
porque aunque fuese de pato
el caso a lo mismo da.
Por fin el arca se cierra
después de tanto alboroto
y el Diluvio, el cielo roto,
cubre la faz de
Arequipa, 17 de enero de 2011.
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