jueves, 12 de abril de 2012

La Ccara o Mancha: Un estudio científico

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Jorge Isaac Febres Cateriano


CAPÍTULO VIII

Contribución al estudio del Mal de Pinto, Pinta, Ccara, Overia o Enfermedad de León Blanco en el Perú
 
El Mal del Pinto está muy extendido en el Perú. Hay poblaciones que tienen 70% y más de enfermos y en cada hospital de ciudad puede haber casos. Hoy se sabe que es una Treponemiasis como la Sífilis y el Pian, que se acompaña de reacciones serológicas fuertemente positivas; pero que requiere dosis pequeñas para su curación, después de la cual, a diferencia de la Sífilis las reacciones quedan positivas, persistiendo junto con algunas acromias para todo el resto de la vida.
INTRODUCCIÓN
Los últimos avances en el conocimiento del Mal del Pinto son ya bastante conocidos. La antigua idea emitida por TELLES en Méjico y HERCELLES en el Perú, de que la enfermedad era un proceso parecido a la sífilis, idea afirmada y mejor definida posteriormente por el Profesor S. GONZALES HERREJÓN, diciendo que era una Treponomiasis vecina de la sífilis y del Pian, ha sido confirmada por investigadores cubanos (ALFONSO ARMENTEROS, GRAU, TRIANA y LEÓN BLANCO) mediante el hallazgo de un Treponema en un caso Cubano de Pinta.
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Este Treponema, verificado por LEÓN BLANCO y después por otros investigadores en casos mejicanos y de diversas partes de América, autoinoculado e inoculado en serie al hombre por el autor citado, obteniendo constantemente la enfermedad experimental, ha sido considerado como una nueva especie, dándosele el nombre de Treponema Carateum BRUMPT, Treponema herrejoni LEÓN BLANCO.
El hallazgo y confirmación del papel etiológico de un Treponema en la Pinta, explica los buenos resultados obtenidos desde antiguo, en varios países, con la medicación antiluética; así como la constante positividad de las reacciones serológicas notadas por MENK en Colombia; GONZALES HERREJÓN en México, y algunos prácticos en el Perú. También los resultados negativos de las investigaciones de hongos, acusados por HERCELLES, FOLKES y FOX.
Mediante inoculaciones al hombre y con estudios clínicos, serológicos e histológicos muy bien conducidos, LEÓN BLANCO ha revelado partes de la enfermedad antes desconocidas para los clínicos; ha hecho conocer la lesión inicial o chancro de inoculación que había pasado inadvertida y que hacía falta con la nueva etiología; ha descrito, lo mismo que el Profesor LATAPÍ, las lesiones secundarias, que acertadamente llamó pintides, y cuyo papel, dentro del cuadro integral de la enfermedad, no había sido interpretado.
Además, LEÓN BLANCO ha dado muy buenas descripciones anátomo-patológicas de la lesión inicial, de las pintides, y ha completado, armonizando con los aspectos clínicos, la de las lesiones tardías, confirmando la idea emitida antes por algunos (J. GÓMEZ, GONZALES HERREJÓN, HERCELLES, B.
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BLOCH) de que los cambios de color que fueron tomados como carácter fundamental, en la mayor parte de las clasificaciones anteriores y habían sustentado el mito de la etiología criptogámica y de los hongos múltiples cromógenos, son solo consecuentes y sin carácter específico, debidos a las modificaciones que el proceso inflamatorio produce en la cantidad y distribución del pigmento cutáneo y en la circulación local.
La contribución de LEÓN BLANCO al moderno conocimiento de la Pinta es tan considerable, que hemos creído justo asociar su nombre al de la enfermedad, como se ha asociado el nombre de otros investigadores a las enfermedades en que lograron notables avances.
La finalidad de este trabajo es, únicamente, presentar reunidos algunos datos sobre la enfermedad en el Perú, a la vez que vulgarizar entre los colegas los nuevos conocimientos dispersos en revistas que no llegan a todos.
No tenemos todavía en el Perú un censo de pintosos; pero de la sinonimia y de la extensión que la enfermedad tiene en el territorio, se puede colegir su importancia demográfica. La bibliografía peruana es escasa y muy difícil de conseguir; sin embargo hay documentos importantes comprobatorios de su antigüedad y del buen conocimiento que de ella alcanzaron por la experiencia los médicos y la medicina popular.
NOMBRE - SINONIMIA
En el Perú la enfermedad recibe distintos nombres, según los lugares se le llame: Ccara o Cara (a), caracha, carca, vicara,
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cute, chimbere, imite, tiña, mancha, overía, pinta, sarna negra, sarna seca y lepra.
Ccara, caracha, carca y vicara son palabras quechuas: cute, chimbere e imite provienen de las lenguas de tribus forestales; overía, sarna, pinta, tiña, son nombres españoles, usados también en otras partes de América. La palabra Ccara, como muchas otras del idioma quechua, varía su significado con el énfasis. Según el padre LIRA K'ara significa: grieta, rajadura de la piel, sobre todo los dedos; Kk'ara: pelado, lampiño o que ha perdido el pelo, Kkára: cuero, piel, cutis, epidermis, y también las enfermedades de la Pinta.
Es verosímil que por ser la Pinta, la dermatosis más extendida y común en el imperio quechua, se le designara con el nombre genérico de Kkára, piel, o Kk'ára oncoy, enfermedad de la piel. Abona esta idea el hecho de que actualmente en los lugares en que se ha perdido el quechua, la palabra castellanizada Cara ha quedado como nombre de la enfermedad. JUAN DE ARONA en su diccionario de peruanismos dice: “Cara, nombre que se da en los departamentos del Sur a un menjurje, o polvo infernal, con que se obtiene la particular venganza de manchar la cara a un individuo. . .”.
Caracha es sarna en quechua; carca es mugre, suciedad; vicara, contracción de vica o huica que en algunas partes significa vientre o excremento; y cara, piel.
A los enfermos se les llama: leprosos, carientos, carosos, carachosos, carquientos, tiñosos, manchados, sarnosos. En el valle de Majes, a los pintides de LEÓN BLANCO, se les llama:
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tiña o cara quirquincha, o quirquinchada; quirquincho es el armadillo o tatuejo.
La palabra overo -buena comparación con los caballos alazán y bayo-, fué mencionada ya por GARCILAZO y por CALANCHA. Los negros, en alguna parte del Perú, dicen “jovero”.
Sarna es el nombre común de la Pinta en la Selva; lo hemos oído emplear, sobre todo, en la región del Huallaga. En algunas partes se llama también lepra; nombre que se usó con más frecuencia antiguamente, y que todavía suele emplearse en su acepción empírica original de dermatosis crónica, escamosa y discromiante. Sarna y lepra son sinónimos en el lenguaje popular de la selva.
HISTORIA
GARCILAZO DE LA VEGA en los “Comentarios Reales”, relatando los usos y costumbres de su pueblo, dice: “También huvo hombres i mujeres que daban ponzoña, así para matar con ella de presto o de espacio como para afear en sus rostros i cuerpos que lo dejaban remendado de blanco i negro alvarazados i tullidos de sus miembros”. Más adelante, relatando la conquista y reducción al gobierno incaico de la parte Sur de la Costa (Arequipa y Moquegua, lugares donde actualmente hay focos pintógenos), conquista que atribuye a Mayta Capac, dice: “Alcanzaron a saber que entre aquellos indios habían algunas que usaban de veneno contra sus enemigos, no tanto para matarlos, como para traerlos afeados y lastimados en sus cuerpos y rostros. Era un veneno blando, que no morían de él sino los de flaca complexión; empero, los que la tenían robusta, vivían; pero con gran
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pena, porque quedaban inhabilitados de los sentidos y miembros, y atontados de su juicio, y afeados de sus rostros y cuerpos. Quedaban feísimos, alvarazados, ahoverados de prieto y blanco; en suma, quedaban destruidos interior y exteriormente, y, todo el linaje vivía en mucha lástima de verlos así”.
El fraile agustino ANTONIO DE LA CALANCHA, en su Crónica Moralizadora de la Orden – 1 638, describiendo la inquisición de las supersticiones y hechicerías en las distintas provincias del Perú y rastreando el paso de Santo Tomás, que según él, dejó sus huellas en piedras de Chincha, Cañete, Nazca y Calango incluye el siguiente relato del visitador de la idolatría DUARTE FERNÁNDEZ en 1 625: “En este pueblo (junto a Calango) está, y fuí a ver un indio, que por raro quise conocer, que dijo tenía ciento y quarenta y siete años, por su aspecto pareció muy viejo; movíase sobre un palo y arrastrándose, era ya quando entraron los españoles indio grande, que corría los chasquis. Entramos en Calango por entre sierras peladas, y en partes por entre un cañaveral de un callejón tan angosto, desmontaron los Indios de Calango el camino, y pasamos el vado; algunos Indios e Indias tienen aquí las caras oberas de manchas azules. Tienen tradición que una Huaca de las que descubrió el Dr. DÁVILA, se las ponía así, de que allé noticia en el libro de la visita que hizo el año de 1 611”.
Calango es centro actual de Pinta, FILIBERTO VÁSQUEZ  lo inserta entre los lugares pintógenos. El relato de DUARTE FERNÁNDEZ corresponde a una época en que todavía se podía encontrar gente, aunque de rara longevidad, nacida antes de la conquista.
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La primera vez que se menciona la enfermedad Ccara, es en la obra de POLO DE ONDEGARDO, Cronista de los primeros que vino al Perú, poco tiempo después de Pizarro, y escribió antes que GARCILAZO. En el capítulo referente a hechizos y hechicerías, dice: “En algunas partes les dá una enfermedad de baile, que llaman Taqui-onco o Ccara-onco, para cuya curación llaman a los hechiceros, o van a ellos, y hacen mil supersticiones y hechicerías”. Taqui es canto o baile, canción con baile según COBOS y CALANCHA; Onco es la corrupción Castellana común de Oncoy: enfermedad. Taqui-oncoy puede significar corea o corea frasis; Ccara-oncoy es la Pinta. Como en Garcilazo, también la overía aparece relacionada aquí con trastornos del sistema nervioso y como producto de hechicerías.
Es interesante que cuando llegaron los españoles a América, el término quechua Ccara se usaba como raíz en varios nombres Caribes de la Pinta. Fray Román eremita de la orden de San Jerónimo, compañero de Cristóbal Colón, en su segundo viaje, y comisionado por éste para estudiar las supersticiones y antigüedades de los indios Caribes, recogió en la Española una leyenda en la que figura una enfermedad llamada Caracaracol, que no parece haber sido otra que la Pinta. “Es el Caracaracol dice, una enfermedad como tiña, que causa gran aspereza en el cuerpo”. “Caracaracol quiere decir roñoso”, agrega en otra parte.
La leyenda que, como veremos después, tiene significado histórico sobre el origen racial de la Pinta en los Caribes, refiere cómo habitantes de la isla que se habían quedado sin mujeres, las recuperaron. “Un día fueron a lavarse los hombres, y estando en el agua, llovía mucho y tenían gran
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deseo de tener mujeres; y muchas veces, cuando llovía, iban a buscar las huellas de las suyas, sin poder hallar nueva alguna de ellas; sino aquél día que lavándose dicen que vieron caer de algunos árboles, por entre las ramas, cierta especie de personas, que no eran hombres ni mujeres ni tenían naturas de unas ni otras, que fueron a cogerlas y huyeron, como águilas, por lo cual llamaron de orden del cacique dos o tres hombres, viendo que no podían cogerlas para que las aguardasen y buscasen para cada una, un indio caracaracol que tenía muy ásperas las manos, y así las tendrían estrechamente, sin que se les escurriesen; dijeron al cacique, habían cuatro de estos caracaracoles y los llevaron”. “En efecto, las cogieron y tuvieron consejo sobre el modo de hacer estas personas, mujeres por faltarles naturaleza de ellas y de hombres”.
En el relato, ya varias veces citado por otros, de FERNÁNDEZ DE OVIEDO y VALDEZ  indios carates se encargaban de llevar las hamacas en que viajaban los caciques y señores. Estas dermatosis, el Caracaracol, enfermedad como tiña, que ponía áspero el cuerpo y las manos, y el carate que ponía “toda la persona o la mayor parte de ella como descostrada, levantado el cuerpo a manera de empeines” que no afectaba al estado general, “ellos parecen feos, mas sumamente recios”, decía de los carates Oviedo, que debió no haber sido contagiosa, puesto que los Caciques y Señores se servían de personas que la presentaban, y que distinguía a los de determinado pueblo o tribu como la Pinta distingue actualmente a nuestros Huarayo y Ticuna no puede haber sido otra que la Ccara, enfermedad Americana llamada todavía Cárate en Colombia; Cárate, Cararé, Caraire, Ahara o Huararé en Venezuela, según el Dr. PADILLA.
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Dice VALDIZÁN que la Pinta constituyó en la época de la Colonia doloroso privilegio de ciertas comarcas del Perú, entre las cuales se encontraba Moquegua.
En la Colonia, el esclavo negro sustituyó al indio nativo, agotado por la dominación española, como peón sedentario en los grandes latifundios de la costa; quizás por eso muchos consideraron la overía como una condición propia de la raza negra. TADEO HAENKE en 1 793, pensaba que la sarna y la lepra habían sido introducidos en el Perú por los negros, idea que compartieron varios escritores del mismo siglo en otras partes de América.
En la primera mitad del siglo XIX, con la rotura por la Independencia del cerco español, varios hombres de ciencia y exploradores, recorrieron la Selva peruana. Hemos encontrado referencias claras sobre la Pinta, que vamos a utilizar en el curso de nuestro trabajo, en ALCIDES D'ORBIGNY famoso Naturalista y Antropólogo francés que estudió la América Meridional entre los años 1 826-33; en E. PEOPPING, sabio naturalista alemán que viajó por Chile y Perú en los años 1 835 y 46, recorriendo el río Huallaga en toda su extensión, donde recogió observaciones, originales algunas, de etnología, especialmente de las naciones de Cholona, Sibito y Lamista; en el relato hecho por PEDRO BELTRÁN en 1 834, del arriesgado viaje que realizó con los expedicionarios SMITH y LOWE por el río Huallaga y Ucayali; en MANUEL, IJURRA, que viajó por las montañas del Mainas en 1 845; en CRISÓSTOMO NIETO de 1 847; en el relato ingenuo y lleno de observaciones interesantes del párroco CASTRUCCI y VERNAZZA que de 1 845 al 47 recorrió las tierras de los indios Záparos y Jíbaros, y que fué el que
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empleó por primera vez en el Perú el término Cárate, usando además, como sinónimo la palabra Elefantiasis.
La verdadera naturaleza de la enfermedad se vislumbró tempranamente, sin duda por la experiencia terapéutica; más tarde, en la época moderna, influyeron también en el criterio de los prácticos, los resultados serológicos. En el Perú, como en México, el mercurio debe haberse usado desde tiempo inmemorial. En la medicina popular peruana existe una fórmula para curar la Pinta, preparada con Solimán, latex de higuera, sumo de limón y aceite de oliva. El uso de sales de mercurio con limón está muy extendido. PEDRO BELTRÁN en 1834, refiriéndose a la frecuencia de la sarna en el Huallaga, decía: “por eso aprecian tanto el Solimán, con que la curan”.
A mediados del siglo pasado ocurrió un incidente terapéutico, que debió haber afirmado y extendido el uso del mercurio en el tratamiento de la Pinta; fué citado por varios (74-75) y nosotros lo oímos, como tradición, el año 1 924 en el valle de Majes. Un sujeto Pintoso de ese lugar, ingresó en el ejército y adquirió en Lima una enfermedad venérea, por la cual fué hospitalizado y tratado con mercurio por Don Mariano Arosemena, cirujano Mayor del ejército en esa época, blanqueando en tal forma, que al regresar a su cuerpo tuvo dificultad para acreditar su personalidad; de negro se había hecho blanco con el mercurio.
En 1 898, el Dr. A. ESPINOZA, médico inteligente, según VALDIZAN, que ejerció varios años en Majes, publicó una monografía sobre la Pinta. Ya en esa época curaba con mercurio y yoduros los casos incipientes. Crédulo de las ideas populares, propuso para la enfermedad el nombre de Sapo-
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psoriasis, suponiendo haber obtenido algunas dermatosis semejantes a la Pinta en perros alimentados con sapos. Nos referimos a este trabajo sólo de segunda mano, pues no hemos conseguido el original.
El Dr. CARLOS MÉNDEZ, también médico residente en Majes por varios años, en un informe a la Dirección de Salubridad en 1898, da algunos datos interesantes sobre la Pinta, incluyendo el caso de Arosemena. En 1 915 en un librito “El recetario del hogar”, discute algunas ideas populares arraigadas en la región, confirmando los buenos resultados obtenidos con el mercurio y los yoduros.
En 1 903, el Dr. O. HERCELLES, en su tesis para el doctorado; en pleno auge de la teoría micósica, con independencia de criterio, niega la existencia de hongos patógenos en las lesiones; confirma la acción benéfica de la medicación antiluética, mercurio y yoduros, deduce que la enfermedad no sea la sífilis, por no trasmitirse por herencia, ni por contagio conyugal, ni presentar otros síntomas; discute el origen de los cambios de color, y los atribuye con acierto a modificaciones en la estructura histológica: la negra, a una sobrecarga de pigmento; la rosada, a hipervascularización; hace notar la simetría de las lesiones, y se inclina a explicarla, más por factores locales que por acción central; anota algunos lugares pintógenos del Perú, y hace resaltar la propensión a la enfermedad y el oficio; gente que trabaja con barro, en el agua, los camaroneros; hace resaltar la abundancia de zancudos en los lugares pintógenos, y recoge la idea popular sobre el papel de los perros chinos (Canis caribeus), como

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posibles portadores; describe un bacilo gram-negativo, aerobio, como posible agente causal de la enfermedad.
El Dr. HERCELLES con intuición y agudeza clínica -en un trabajo presentado con desorden y al través de errores de interpretación histológica, fisiológica y de clasificación, algunos explicables por la época-, orienta ciertos aspectos del problema de la Pinta en el camino cierto, alcanzando honrosa prioridad en varias interpretaciones.
El Dr.  EDMUNDO ESCOMEL es el investigador peruano que más se ha ocupado de la Pinta, publicando en el Perú y en el extranjero; ha contribuido con muchas observaciones originales e interesantes. Sugestionado como su colega PEÑA ECHEVARRÍA, de Colombia, por la idea del origen criptogámico de algunas enfermedades (Pinta, Espundia) y seguramente por haber ejercido en Arequipa, donde es frecuente el vitiligo esencial, y llegan con frecuencia casos de Ccara y otras dermatosis tropicales de los valles yungas, no siempre deja ver con claridad la entidad nosológica a que se refiere.
En 1 924, PEDRO WEISS con ALBERTO GUZMÁN BARRÓN y HÉCTOR ROJAS, en un estudio sobre la Patología del Madre de Dios, incluyen un acápite sobre las llamadas “manchas de los Huarayos”, del que vamos a extractar algunas partes. “Las manchas las presentan también algunos pobladores de la ciudad” “aparecen sobre todo al comienzo de la segunda infancia, habiendo visto algunos casos de niños que no caminaban aún”. “Hay manchas azules, rosadas y blancas; las primeras parecen preceder a éstas”.

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“El agente causal no nos pareció exclusivamente local, porque las cicatrices traumáticas se pigmentaban a distancia de las lesiones existentes”. “Cuando el sujeto manchado alcanza cierta edad, predominan las manchas blancas, lo que hace pensar en una curación espontánea de la enfermedad, que deja sus huellas indelebles en ese trastorno pigmentario”.
En 1925, habiendo llegado a la certidumbre por la observación clínica e histopatológica de la identidad de las manchas de los Huarayo del Madre de Dios y la Overía del valle de Lima, quisimos conocer la Ccara de las regiones Yungas de Arequipa, trasladándonos al valle de Majes.
Después de recorrerlo en toda su extensión, desde las zonas serranas de Pampacolca y Viraco hasta el límite con Camaná, nos radicamos por dos meses en la zona endémica, alrededor de Aplao y Huancarqui. El Dr. LUIS FELIPE GONZÁLES MENDOZA, médico titular, nos enseñó la acción benéfica del mercurio, yoduros y arsenicales que se conocía por tradición en el valle, y tuvimos oportunidad de usar por primera vez las sales de bismuto. Con el nombre de cara-quirquincha o tiña-quirquincha, se conocían las lesiones iniciales y pintides de LEÓN BLANCO. Varias de las fotografías que insertamos de ese tipo de lesiones, fueron tomadas en esa oportunidad. Nuestras investigaciones de hongos, por medio de cultivos y en los cortes histológicos, fueron negativas.
En los Laboratorios Maldonado (Lima-Perú), los hermanos Ángel y Eduardo Maldonado, preparaban unas ampolletas  con Yodo-Bismuto- Quinina; que nosotros personalmente, en la Botica de mi padre Zacarías J. Febres, utilizábamos para curar
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la CCara o Mancha en el Valle de Majes; bien en Aplao o Corire. El Dr. González Mendoza natural del Callao, empleaba también las inyecciones de Salvarsán y luego Neo-Salvarsan, con buenos resultados. Estos medicamentos contenían arsénico, en pequeñas dosis, que se iban colocando de manera progresiva: de 15, 30, 60 y 90, muy cuidadosamente, directamente por vía endovenosa.
En 1926, FILIBERTO VÁSQUEZ, natural de Majes, presentó como tesis para el bachillerato en Medicina, un trabajo titulado “Contribución al estudio clínico de la Pinta o Cara en el valle de Majes, de la provincia de Castilla”, aportando algunos datos que vamos a utilizar en el curso de este trabajo.
El Dr. M. KUCZYNSKI GODARD, inserta, en varios de sus muchos trabajos médicos sociales sobre el Perú, datos interesantes sobre la Pinta (55, 56, 57, 58). La Pinta, dice, se encuentra extendida en toda la Amazonía. En Huayabamba, departamento de Amazonas, donde hay Pinta y no hay Pián, ha visto casos de queratosis palmar y plantar, semejantes a los producidos por el Pián en otras partes. A la forma plantar se le llama flema. Además ha visto lesiones de las mucosas, semejantes a las vistas por ESCOBAR en los indios Chillos. Anota un caso de Pinta con erupción de Pián.
La contribución de KUCZYNSKI al conocimiento de la Patología y ambiente social de los pueblos del Perú, es valiosa.
El 22 de Setiembre de 1943, T. BATTISTINI y P. WEISS presentaron al grupo Médico de la Academia de Ciencias Exactas Físicas y Naturales, un caso de Pinta peruana en el cual habían encontrado el Treponema carateum; además,
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anunciaron haber encontrado reacción de Kahn, fuertemente positiva, en tres, de cinco Canis caribeus. En el Perú, el vulgo relaciona las manchas que presentan los perros llamados chinos con la Overía humana; idea que fué acogida por HERCELLES en su tesis. Después de esta nota, T. BATTISTINI y nosotros, independientemente, hemos encontrado el Treponema carateum en otros casos de Pinta peruana, confirmando así la unidad de ésta con la de otros lugares de América.
Ultimamente, FÉLIX PÉREZ LAGOS, médico que ha ejercido varios años en Loreto, haciendo frecuentes viajes por el Marañón, desde el Pongo de Manseriche hasta el Amazonas, el Yavarí y algunos de los ríos que riegan el Trapecio Amazónico de Leticia, -con datos reunidos personalmente y algunos pocos recogidos por sus colegas en la misma región-, ha presentado, como tesis para el bachillerato de Medicina, un trabajo extenso con aportes interesantes sobre el mal del Pinto en la región Amazónica.
Aunque tendremos que citar y comentar varias veces, en el curso de nuestro trabajo, las observaciones de PÉREZ LAGOS, creemos útil hacer antes un resumen de las principales. Del estudio clínico de 360 casos, 280 en el tercer período, el autor concluye en que “La pinta es una enfermedad general, de la cual los trastornos dérmicos son el síntoma dominante”. Basa sus conclusiones en el hallazgo de 19 casos o sea 6.48 % del total con lesiones cardiacas; 4.07 % de abortos a repetición con fetos de tres a seis meses en 221 mujeres examinadas; en un caso de reacción de Kahn positiva en el líquido céfalo-raquídeo, y dos de benjuí coloidal de cinco enfermos elegidos

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sin antecedentes de Pian; además, en un caso de psicosis de diagnóstico dudoso.
Es lástima que el autor, quizás por razones del medio en que actuaba, no haya podido aportar datos radiológicos ni anátomo-patológicos sobre las lesiones cardiacas; siendo de notar que 4.28 % fuesen lesiones mitrales, y sólo 2.49 % lesiones aórticas, y éstas de insuficiencia, sin haber encontrado aortitis, que es la forma habitual que alcanza la Pinta. Al juzgar sobre el aborto, no se puede dejar de lado el recuerdo de lo generalizada que está en la Selva, aún entre las tribus libres, la práctica del aborto intencional.
El capítulo sobre epidemiología contiene el porcentaje de pintosos en los sujetos de las tribus que encontró en su recorrido. El porcentaje general de enfermos de Pinta aumenta conforme se desciende en los ríos hacia las partes del Amazonas próximas al Brasil, teniendo el Pián una distribución contraria; esto es, que aumenta en sentido inverso de la corriente del río. De este hecho deduce el autor la existencia de inmunidad cruzada entre Pián y Pinta. La zona del Amazonas, a partir de la desembocadura del río Anpi-yacu, que es la que tiene un porcentaje más alto de Pinta, carece en absoluto de Pián.
De 360 pintosos estudiados, 18% tenían antecedentes de Pián; no habiendo encontrado en ninguno, manifestaciones de Pián y Pinta.
El Dr. HUGO PESCE ha estudiado “el overo” en la provincia de Andahuaylas, distrito de Cocharcas, zona derecha del río Pampas; región en la cual ha realizado varios estudios epidemiólogos. Ha localizado 14 lugares endémicos, situados
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entre 2 550 y 3 550 metros de altura; sólo uno más bajo, a 2250 metros: zonas raras de Pinta, situadas encima de las regiones palúdicas, que quedan entre los 2 000 y 2 300 metros, y de la leishmaniosis tegumentaria. La mayoría de la población masculina de las zonas altas pintógenas, trabaja en lugares palúdicos. JORGE CHIRIBOGA, asistente de mi Cátedra, ha estado durante parte del año 1 945 y el 46 en la Convención, Departamento del Cuzco, estudiando las enfermedades endémicas con especial atención la Pinta. Incluímos en este trabajo algunos datos y fotografías que nos ha cedido gentilmente.
En 1946, con P. AGUILAR CELI, viajamos por los valles de Moquequa, Locumba, Sama y Tacna, habiendo tenido oportunidad además de recorrer, aunque ligeramente, los valles chilenos de Lluta y Azapa, donde existen algunos casos esporádicos, entre los campesinos. En Sama, límite meridional de los valles endémicos del Pacífico, estudiamos varios aspectos de la enfermedad.
Comentario:

 En mi siguiente libro sobre la Monografía de Castilla IV, veremos aspectos sugestivos sobre esta enfermedad, que aquejaba mayormente a los habitantes de los valles endémicos; trataremos sobre el Folklore y otros temas relacionados con la Ccara o Mancha.

Sobre Huancarqui, tierra de brujas, tenemos para escribir un libro con cuentos y leyendas. Ya venimos investigando con mucha dedicación; el más interesado es el Sociólogo majeño, Carlos Peralta Villar, que también estudió medicina.

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1 comentario:

  1. Con mi padre, Zacarías J. Febres Zúñiga tratábamos a los enfermos de Ccara, con inyecciones de Neo Salvarsan que también se utilizaba para curar la sífiles. Ya en esa época, mi padre, me decía que la cara era una enfermedad que tenía mucho que ver con la indicada sífilis (Treponema pallidum); y la Ccara Treponema carateum). El doctor Felipe González Mendoza, médico titular de Aplao-Castilla, curaba con buenos resultados, utilizando Salvarsan, que contenía pequeñas dosis de arsénico (veneno); pero antes de las inyecciones, les daba unas cuantas gotas de adrenalina, y los pacientes pensaban que ahí se hallaba el secreto de su cura.

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